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Posibilidad de un golpe de Estado en El Salvador

La tensa situación política que en la última semana puso a El Salvador al borde de un irreversible conflicto armado, parece haberse relajado en las últimas horas. Se mantienen, sin embargo, ocupadas las embajadas de Francia y Venezuela, donde guerrilleros del Bloque Popular Revolucionario (BPR) tratan de presionar al Gobierno para obtener la liberación de varios compañeros detenidos.

El deterioro que los últimos incidentes ha producido en la credibilidad del Gobierno del general Carlos Humberto Romero es tal que ya se empieza a hablar, sin ningún disimulo, de la posibilidad de un golpe de Estado en el país. En fuentes diplomáticas se asegura que la sustitución del Gobierno sería la única manera de restaurar la autoridad en el país y de iniciar un diálogo constructivo con las fuerzas políticas de la oposición.Lo grave, sin embargo, es que en el espectro de las Fuerzas Armadas no aparece ninguna persona o grupo capaz de llevar adelante la delicada tarea de la pacificación nacional. La mayoría de los altos oficiales militares parecen decididamente alineados junto a los intereses del pequeño grupo de familias poderosas que, desde hace décadas, domina el país y mantiene una irritante situación de injusticia y desigualdad, cuyo fruto inmediato es la actual insurrección.

En esta coyuntura, se vuelve hablar del general Ernesto Claramunt, hoy en el exilio, y que 1977 se presentó a las elecciones generales al frente de un grupo llamado Unión Nacional de Oposición. Claramunt rompió, en aquella ocasión, el tradicional alineamiento del Ejército con los grupos oligárquicos salvadoreños y recogió, con planteamientos moderados, las aspiraciones de los sectores marginales de la sociedad.

También se habla de la posibilidad de que el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero pueda tener en el futuro un papel activo en la conducción política país. No es una apreciación descabellada, pues, en realidad, monseñor Romero es quien cataliza la generalizada oposición popular Gobierno de El Salvador. Desde hace meses, con una valentía reconocida unánimemente, el prelado salvadoreño fustiga domingo tras domingo al Gobierno y denuncia las situaciones de injusticia social y la represión indiscriminada. Las homilías dominicales de Oscar Arnulfo Romero, desde la catedral son seguidas por miles de personas en el propio templo o a través retransmisiones radiofónicas. En ningún momento el Gobierno del general Romero se ha atrevido a silenciar al arzobispo.

Entretanto, la situación en las embajadas de Francia y Venezuela, ocupadas por guerrilleros Bloque Popular Revolucionario (BPR), se mantiene inalterable. Las peticiones del BPR, centradas en la liberación de compañeros detenidos, siguen en pie, de la misma forma que el Gobierno insiste en que las personas cuya excarcelación es solicitada no están en su poder. Enviados de los Gobiernos francés y venezolano tratan de negociar con los guerrilleros y con el Gobierno de El Salvador la liberación de los rehenes, entre los que se encuentran los embajadores.

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