La política económica
«( ... ) No hay duda de que el país se enfrenta a una situación económica difícil, caracterizada por el descenso de la inversión y el aumento del desempleo. Se han corregido con gran éxito, excesivo, el déficit de la balanza de pagos por cuenta corriente y se han aminorado las tensiones inflacionistas. Pero esto es un pobre consuelo para las nuevas generaciones que se acercan al mercado del trabajo. Por otra parte. es cierto que en esta situación se han dejado pasar los cuatro primeros meses del año -el período electoral- sin tomar ningún tipo de iniciativa. (...)Las medidas económicas no representan ninguna ruptura respecto a la política económica del anterior Gobierno y forzoso es reconocer que la dirección de las mismas va en la buena dirección, ya que pretenden, sin olvidar la política inflacionista, luchar contra el excesivo crecimiento de las disponibilidades líquidas, combatiendo el superávit de la balanza de pagos. Con ello se pretende evitar una restricción crediticia similar a la del año pasado, que sería muy grave para la situación financiera de las empresas y, como consecuencia, para la evolución de la inversión y del empleo.
Las reacciones de los agentes económicos y sociales a las medidas son tanto o más preocupantes que las posibles deficiencias de la política gubernamental. En una democracia, los agentes económicos y sociales tienen el derecho, y la obligación, de señalar claramente, sin pelos en la lengua, los aspectos de la política económica que en su opinión no son acertados. Dicho esto, hay que exigir a los agentes económicos y sociales coherencia en sus críticas y peticiones y un entendimiento de los objetivos de la política gubernamental. ( ... )
En una economía de mercado, la economía la hace la sociedad y la mejor política económica fracasará lamentablemente, si en los agentes económicos cunde el alarmismo. Reacciones inmaduras a medidas que pueden ser severamente criticadas desde posiciones solventes perjudican las expectativas económicas. Y ello no beneficia a nadie, menos aún a los que deben defender a fondo, no con palabras, sino con comportamientos, la economía de mercado. ( ...)
Finalmente, el Parlamento parece no comprender que si los programas políticos tienen que intentar satisfacer a todo el mundo para arrancar votos, la política económica consiste en elegir unos objetivos preferentes y esa elección implica renunciar a objetivos secundarios ( ... ).
Queremos acabar con un punto de esperanza. El compromiso adquirido por el Gobierno de presentar dentro de dos meses iniciativas en materia de inflación y paro, relaciones laborales, financiación de la empresa y control del gasto público. Esperemos que dichas medidas sean acentuadas y sean acogidas con todo el espíritu critico que se quiera, pero con mayor sentido de la responsabilidad.
12 mayo
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