Malestar en Moscú y alivio en Washington por la caída de Amin
ldi Amin, el derrocado dictador de Uganda, intentó en vano encontrar ayuda militar en varios países, pero no lo encontró ni en Washington ni en Moscú. Los líderes soviéticos, sin embargo, han expresado su pesar por el fin del régimen anti-occidental de Amin.Fuentes soviéticas, informa Efe, evitan hacer comentarios públicos sobre el tema Amin, pero privadamente reconocen, como lo demuestra el tono de las noticias oficiales, que les hubiese gustado que Amin se mantuviese en el poder en Uganda.
Por su parte, un funcionario norteamericano declaró ayer que Amin intentó desesperadamente buscar ayuda militar, especialmente en Libia e Irak. El régimen de Gadafi le ayudó con soldados, pero muy pronto los dirigentes a Trípoli se dieron cuenta que no había nada que hacer frente a la fuerza invasora.
Robert Keely, subsecretario adjunto de Estado, declaró ante un comité del Congreso norteamericano que Amin se encuentra aparentemente en Libia, adonde fue trasladado por un avión especial libio.
Las declaraciones anti-Amin norteamericanas se produjeron durante el curso de una audiencia legislativa, en la que se dio a conocer un proyecto de ley presentado para levantar la prohibición expresa de Washington de ayuda militar a Uganda.
El objetivo norteamericano, según Keeley, es colaborar con las nuevas autoridades de Kampala y restablecer unas relaciones que, aunque nunca fueron rotas, habían pasado por períodos y situaciones muy embarazosos para Washington.
Por su lado, los medios de información soviéticos, únicos presentes en Kampala durante los últimos días de Amin, reflejan el malestar soviético por el derrocamiento de Amin.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.