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Entrevista:

Humberto Solás: "«Cantata de Chile» es una película de agitación"

Entrevista con el realizador cubano

Humberto Solás es uno de los nombres «exportables» de la cinematografía cubana. La semana pasada se estrenó en Madrid -antes lo había sido en otras capitales españolas- su Cantata de Chile, realizada en 1974 y 1976. La filmografía de Solás se completa con los largometrajes Lucía (1969), Un día de noviembre (1972) y el mediometraje Simparelé. Sobre Cantata de Chile habla Humberto Solás.

«Esta película tuvo una larga preparación porque necesitábamos actores chilenos y éstos tardaron en llegar a Cuba. Fue una película complicada para mí, incluso por razones geográficas. Se acabó en 1976.Por lo que se refiere a las intenciones personales del proyecto, éste surge a raíz de la caída del Gobierno de la Unidad Popular en Chile. En Cuba todos quisimos manifestar nuestra inquietud y nuestra solidaridad con el pueblo de aquel país, y yo decidí utilizar mi medio, el cine, y quise hacer una película de agitación, en la que, al mismo tiempo, trato de hacer una película movilizadora en el orden de lo formal. Puede existir el concepto de que un panfleto debe de ser narrado de una manera tradicional; yo, sin embargo, creo que hay que utilizar la agitación para la experimentación lingüística. Acepto la premisa de Eisenstein, en la que define al cine como integración de las demás artes. El lo expresa muy concretamente en Iván el terrible (segunda parte), en la secuencia del baile, secuencia en la que integra la ópera, el drama, la danza, la experimentación cromática, etcétera. Para mí fue una secuencia definitiva.

Construí una película que se llama Cantata de Chile -añade Humberto Solás- y lo hice como una cantata profana, en donde un personaje colectivo -los trabajadores de Iquique- actúa como un coro que va a expresar una conciencia social colectiva y que será el intermediario entre el espectador y los acontecimientos. La película parte de un esqueleto que es la historia de los mineros que en 1907 decidieron protestar. Fueron a la ciudad de Iquique para, inocentemente, pedir al Gobierno chileno su intermediación ante las compañías Inglesas. No sólo no lo hizo sino que decidió exterminarlos: murieron 3.600 personas, entre mineros, mujeres y niños. Este acontecimiento me pareció detonador de una experiencia histórica. Por una parte, se descubría la capacidad movilizadora del proletariado, y por otra, la inclinación fascista de la burguesía chilena. Esta experiencia podía vincularse a la del Gobierno de Salvador Allende, en la que al ejército chileno, nuevamente, se le otorga el papel de verdugo.

Yo establezco rupturas constantes -explica el realizador Humberto Solás-. Hago interpolaciones de acontecimientos de la historía chilena. Aplico un método de análisis marxista, porque me interesaba explicar el porqué de los hechos que se muestran. Por ejemplo, hay un momento en que los mineros, en su larga marcha hacia Iquique, se preguntan -sentados en torno a una hoguera- quiénes son. Con una serie de cambios de luz y vestuarios nos remontamos a las guerras auracaras. Todo ello le da un aspecto barroco al filme, no lineal.

En la actualidad -concluye Humberto Solás- estoy preparando dos largometrales. Uno, titulado Cecilia, está inspirado en una novela de Cirilo Villaverde (siglo XIX). Es la novela que se ocupa del momento en que surge nuestra nacionalidad, en la década de 1820-1830. La otra película, Gloria City, trata de una experiencia de colonización de granjeros norteamericanos en la isla, en 1898.

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