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Con el proceso político estancado, revive el salazarismo

Entre ocho y ocho y media de la noche, de lunes a viernes, las calles de Lisboa se quedan desiertas y todo el país sufre un pequeño colapso pasajero. Quien ha tenido la oportunidad de vivir en Portugal en el estimulante período 1974-76 sabe que eso sólo ocurría en alguno de los muchos momentos graves de aquellos años. Pero no es ahora el caso. Entre ocho y ocho y media, de lunes a viernes, el primer canal de la televisión emite una telenovela brasileña, El astro, contada en el agotador estilo de los folletones clásicos, cuya emisión comenzó hace ya algunos meses y debe durar dos años.Entretanto, la prensa languidece. Las tiradas de los periódicos caen hasta límites alarmantes y el diario de más difusión, el Diario de Noticias, encuentra enormes dificultades para mantener una venta de 60.000 ejemplares. Los demás agonizan por debajo de los 20.000 y 30.000. Hace poco más de tres años, Diario de Noticias estaba situado en los 100.000,no había desaparecido aún 0 Seculo, ni República, ni A Luta, y algunos vespertinos lisboetas hacían literalmente su agosto. De los semanarios, sólo Expresso sobrevive con cierta comodidad. El 80% de los diarios pertenecen al Estado, desde que, en marzo y abril de 1975, las nacionalizaciones de los grandes trust nacionales pusieron en manos del sector público el 70% de la actividad económica del país. Pero «cuando un periódico nacionalizado va a pedir un crédito a un banco nacionalizado nos piden un 20% de interés., y eso, en el mejor de los casos», explica un redactor de uno de esos diarios.Todo paradoPero no es solamente el sector público de la economía. Parece como si todo el país hubiese quedado paralizado en el sobresalto con que concluyó el llamado período revolucionario. En el aeropuerto, en las calles, en las estaciones de metro, aún pueden leerse las pintadas de las elecciones de abril de 1975 o las convocatorias a mítines de partidos que ya han desaparecido. Ninguna mano las borró, no se sabe si por pudor o por desgana. Ninguna nueva construcción en el centro de la ciudad, después de un detenido paseo a propósito. Y, naturalmente, los alquileres se han disparado. El sueldo íntegro de un periodista (entre 18.000 y 20.000 pesetas, descontados impuestos y seguros sociales) apenas da para pagar un discretoapartamento en Benfica, que es algo así como el Carabanchel madrileño. Para pagar el resto de los gastos familiares imprescindibles, muchos lisboetas deben recurrir a otro o a otros dos trabajos.

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Todo ello en medio de un revival del salazarismo, que, por insistente, ha dejado ya de ser motivo especial de preocupación. Los famosos teatros de variedades del parque Meyer no dan abasto. «Para una revista de izquíerda que ponen en escena, hay más de cinco de contenido claramente antidemocrátíco», nos explican. El título de algunas de ellas (Un cero a la izquierda) no puede ser más expresivo. Y al Final de las representaciones, de los gritos en favor de Marcelo Caetano se ha pasado, claramente, a los vivas a Salazar, brazo en alto. Y se multiplican las publicaciones semanales del género: 0 Diabo, Barricada.Frente a esto, uno de los protagonistas del movimiento militar que devolvió las libertades a los portugueses, el comandante Otelo de Carvalho, es condenado al silencio en espera de que se resuelvan los numerosos expedientes disciplinarios que pesan sobre él.

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