Antoni Cumella
He aquí una de esas exposiciones de las que uno sale en un estado de muda exaltación, abrumado, sin duda, por el espectáculo de algo perfectamente congruente, refractario incluso al peculiar delirio interpretativo que llamamos crítica de arte.Los cacharros de Antoni Cumella, en la tradición de un Llorens Artigas, son de una extraordinaria belleza -permítasenos la expresión-, pero de una belleza rara y esquiva, como la de la gran cerámica china o japonesa, su principal fuente de inspiración.
Galería Ruiz-Castillo
Fortuny, 37
Babelia
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