Los grupos ecologistas opinan que Madrid debe dejar de ser la capital del Estado
Ninguno de los partidos políticos mayoritarios acudió ayer a la convocatoria ecologista hecha por la Asociación de Estudios y Protección de la Naturaleza (Aepden), para comentar la alternativa de esta entidad a los problemas del medie, ambiente que sufre la ciudad de Madrid.Los responsables de Aepden piensan que la ausencia de los principales partidos de un encuentro como éste «revela el desinterés que a esos niveles se siente por el tema de la ecología».
A pesar de este desaire, Aepden presentó su alternativa ecologista madrileña, «para lograr un Madrid habitable», basada en puntos tan dispares como el control de la contaminación industrial o la desaparición del cargo de gobernador civil.
Los ecologistas quieren, en primer lugar, que Madrid deje de ser la capital del Estado. Consideran esencial la municipalización del suelo. Estiman urgente la necesidad de prohibir los vehículos privados en el centro. Consideran inadmisibles las autopistas urbanas proyectadas. La contaminación industrial debe ser rígida: el agua y el aire hay que devolverlos tal como se toman. Plantean la reducción de las tres cuartas partes de la contaminación urbana: supresión de plomo y azufre de los combustibles fósiles. Se oponen a la construcción de centrales nucleares en la región de Madrid. Ofrecen como posibilidad de dotar de un mayor bienestar a los madrileños la reducción del horario laboral a treinta horas semanales. Consideran precisa la desaparición del cargo de gobernador civil, porque creen que esta figura es un elemento que se opone a la necesaria autonomía de los municipios frente al Estado.
En cuestiones de mayor contenido ecologista, Aepden se pronuncia por las medidas de apoyo al resurgir agrícola de la provincia de Madrid; a la protección de la Casa de Campo con sus dimensiones actuales; a la declaración del Monte del Pardo como parque nacional y a la prohibición de toda construcción en la sierra del Guadarrama.
Los veintiún mandamientos ecologistas de Aepden terminan con una declaración de principios cuyo objetivo final será el decrecimiento de la capital de España. Para ello plantean, entre otras cosas, el fin de la política de apropiación de aguas de otras regiones: el agua, dice Aepden, es un límite externo para el crecimiento de Madrid.
Los partidos políticos representados en el debate de Aepden no difirieron demasiado de la ideología ecologista de esta asociación. En cualquier caso, ORT y MC-OIC aprovecharon para polemizar, junto con LCR, sobre cierta tibieza de ORT a la hora de condenar de manera rotunda la construcción de centrales nucleares. Una de las ideas de Aepden, la plantación de árboles frutales, en lugar de ornamentales, en Madrid, le pareció imposible de realizar al representante de ORT, que era un biólogo.
A preguntas de los periodistas, los responsables de Aepden justificaron la razón por la cual su pensamiento no se ha traducido en una candidatura municipal. Trataron de presentarse, pero les exigieron 5.000 firmas, «y que los firmantes fueran con el carnet de identidad en la boca», para poder apoyar la candidatura. En sitios más pequeños del resto de España ha sido para los ecologistas más fácil plantear ante el electorado su opción municipal.
Uno de los ecologistas presentes, el sociólogo Mario Gaviria, declaró que, a pesar de la ausencia de contenido político electoral en el movimiento ecologista, la lucha que plantean perdurará y se presentará como una verdadera alternativa para transformar la sociedad civil. La importancia del ecologismo viene dada, dijo el señor Gaviria, por hechos tan graves como la degradación de los recursos: en España hay reservas de energía sólo para 45 días; alimentos para resistir durante cuatro meses y las materias primas no durarían más de ochenta días en una catástrofe.
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