La izquierda anuncia su oposición al referéndum constitucional
Al tiempo que la Unión Soviética renovaba ayer, a través de Pravda, sus duros ataques contra «la explosión del Islam reaccionario» al sur de sus fronteras, dos de las principales organizaciones izquierdistas iraníes anunciaban en Teherán su oposición al procedimiento elegido por las autoridades islámicas iraníes para el referéndum del próximo día 30, que decidirá la fórmula política del nuevo Estado iraní.Las dos organizaciones -Moudjahidin Khalq, de inspiración religiosa, y Fedayin Khalq, de tendencia marxista revolucionaria- han hecho saber que boicotearán la consulta electoral sí no se reforma el texto de la pregunta que se hará en el referéndum: «¿Desea usted que la monarquía sea reemplazada por la república islámica?» Según un portavoz de los fedayines, pedir, al pueblo que elija tan simplemente entre dos sistemas tan antagónicos y genéricos «constituye un insulto».
La consulta se va complicando, además, por la serie de organizaciones civiles que también ven en la pregunta tan simple un endoso ulterior de los aparentes excesos cometidos por los llamados comités revolucionarios islámicos, verdaderos detentadores del poder real en Irán desde que se inició la revolución islámica, hace mes y medio.
En un discurso pronunciado ayer, el primer ministro, Mehdi Bazargan, se refirió indirectamente a estas dudas de los sectores civiles e intelectuales, al matizar que un voto negativo a la república islámica «no constituía un voto afirmativo para el viejo régimen del sha».
Bazargan prometió, sin embargo, que la futura república islámica garantizará los derechos y las libertades formales de una democracia «sin excepción alguna». Estas matizaciones parecen orientadas a ganar votos de aquellos sectores más politizados, que ven con malos ojos la posibilidad de que el referéndum se convierta en una especie de carta blanca para los lideres islámicos cercanos a Jomeini.
Ataque soviético
Por otra parte, el diario Pravda reiteró ayer sus ataques a las «fuerzas hostiles al régimen popular de Afganistán», comprendiendo en ellas no sólo a los elementos reaccionarios del clero musulmán, sino también a China, Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña e Irán, de llevar a cabo «desesperados intentos para entorpecer el progreso de Afganistán y resucitar el género de vida feudal».
La agresiva reacción del órgano central del PCUS (Partido Comunista de la URSS), que por vez primera informa de los «disturbios sistemáticos» que tienen lugar en Afganistán, revela la profunda preocupación del Kremlin por no perder a un régimen aliado en Asia Central.
Pravda volvió a acusar muy en concreto a Pakistán e Irán de favorecer el envío de «bandas y saboteadores terroristas» a Afganistán, contando con el apoyo financiero del «imperialismo y de los chinos».
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