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El escándalo de corrupción de la UNGRD se pasea por los pasillos de la Casa de Nariño

La exconsejera presidencial para las regiones, Sandra Ortiz, señala a la mano derecha del presidente, Laura Sarabia, de organizar un complot en su contra para tener un ‘chivo expiatorio’ en las investigaciones judiciales

Corrupción de la UNGRD
Gustavo Petro y Laura Sarabia durante una reunión para el seguimiento a la implementación del primer punto del Acuerdo de Paz, en Bogotá, Colombia, el 1 noviembre de 2024.RS
Camila Osorio

El escándalo de corrupción más ruidoso en del Gobierno de Gustavo Petro ha sido el de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y de Desastres (UNGRD). La institución del Estado que debe asistir rápidamente a las víctimas de desastres ahora es conocida por ser donde la justicia investiga si funcionarios del Ejecutivo desviaron millones de pesos para pagar favores a unos congresistas oportunistas. ¿Qué funcionarios? Unos se movían en los pasillos de la UNGRD, confesaron su exdirector, Olmedo López, y el entonces subdirector, Sneyder Pinilla. Otros se movían en el Ministerio de Hacienda, según confesó una exasesora que acusó a su jefe, el ahora exministro Ricardo Bonilla. Ahora, otra investigada dice que en el escándalo también participaron funcionarios del tercer piso de la Casa de Nariño, donde tiene su despacho el presidente. Sandra Ortiz, exconsejera presidencial para las regiones, ha señalado a la mano derecha de Petro, Laura Sarabia.

Ortiz hizo su acusación este miércoles, en la audiencia en la que una jueza decidió encarcelarla por su rol en el escándalo. Según Pinilla, La entonces asesora de Petro recibió de él 3.000 millones de pesos en efectivo (unos 688.500 dólares) que tenían como destino sobornar al entonces presidente del Senado, Iván Name. Pinilla confesó y señaló a Ortiz después de que los medios revelaran que unos costosos carrotanques, pagados por la UNGRD, y destinados a los más vulnerables del departamento de La Guajira, no suplieran ni una gota de agua. La política boyacense dice ser inocente. Y afirmó que ella “denunció la corrupción de los carrotanques” ante la justicia. “Avisé a Laura Sarabia de 10 carrotanques más” en abril de este año, alegó en su defensa.

Y fue más lejos. Señaló “una mujer con mucho poder en la presidencia” de organizar “un complot y una mentira contra mí. Yo sé que querían un chivo expiatorio, porque sí hubo corrupción en la Unidad de Gestión del Riesgo”. Luego añadió: “Esa persona tiene mucho poder, y está al lado del presidente, y ella fue la que me armó ese complot, señora jueza. Ella fue la que armó absolutamente todo para que yo hoy estuviera acá”. La jueza la frenó, señalando la falta de respaldo para esas incriminaciones, que podían también tener como destino a la primera dama, Verónica Alcocer.

Pero Sarabia demostró que se ha dado por aludida. Momentos más tarde, respondió públicamente a la acusación. “Es una historia fantasiosa, es una historia que no tiene pruebas”, dijo ante un grupo de prensa. Sarabia, cercana a Petro desde su campaña electoral de 2022, ha insistido en que ha entregado toda la información a las autoridades para que avance la investigación. “Mi ingreso al DAPRE [por Departamento Administrativo de la Presidencia, su cargo actual] fue el 28 de febrero de 2024, y uno de mis primeros actos, acordados con el presidente, fue pedir la renuncia al director de la UNGRD e indicarle que debía suspender toda la contratación, mensajes que constan en chat en el mes de febrero”, dijo en su cuenta de X. “He cumplido mi labor como funcionaria pública pero entiendo que el que las hace se las imagina”. Unas horas más tarde, el penalista Jorge Mrio Gómez hizo pública launa denuncia penal que interpuso, como apoderado de la alta funcionaria, contra Ortiz.

En su declaración, Ortiz no aclaró cuál sería el complot. Pero, justo antes de mencionar a Sarabia, habló de unos chats que, dice, desaparecieron sin razón de su celular (”Yo no eliminé ningún mensaje”). También se refirió a dos computadores portátiles cuyos discos duros y memoria RAM desaparecieron, y que eran de asesores suyos en la Presidencia. Tras anotar esos hechos, empezó a hablar del complot, sin dejar claro si conectaba su señalamiento contra Sarabia con esas aparentes ausencias de pruebas. Eso sí, no la ha señalado de corrupción —no dijo que hubiera ordenado el pago de dinero de la UNGRD ni de contactar congresistas, por ejemplo— sino de hacer parte de un supuesto complot para tener un chivo expiatorio.

El señalamiento acerca el escándalo de corrupción al círculo inmediato del presidente, cuando ya varios funcionarios de su confianza están siendo investigados por presuntamente participar en la trama de corrupción. Entre esos está el exministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, uno de los hombres de confianza de Petro para el manejo de las finanzas públicas —ya había sido su secretario del ramo en la Alcaldía de Bogotá— renunció este mes para enfrentar a la justicia. Luego está Carlos Ramón González, director del DAPRE antes de Sarabia, miembro de la guerrilla del M-19 como el presidente, y uno de los líderes del partido Alianza Verde, donde fue un padrino para Ortiz. También renunció al Gobierno en julio de este año.

Sarabia, de quien se dice no ha tenido buena relación con González, mencionó al político cuando una periodista le pregunta si es posible que ella supiera de los carrotanques, como afirma Ortiz. “Tal vez Sandra no recuerda que yo no era la directora del DAPRE, sino el director del DAPRE era Carlos Ramón González, quien era su jefe”, dice. Peor Ortiz ha aclarado que su denuncia sobre los carrotanques no fue en febrero, cuando se destapó el escándalo, sino en abril, cuando le hablaron de 10 vehículos adicionales que no llegaron a La Guajira. Para ese momento, Sarabia estaba en el DAPRE. Eso está demostrado. Lo que no está probado es la afirmación de Ortiz de que la mano derecha del presidente sabía de las irregularidades y que, además, está detrás de un complot en su contra.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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