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Emilio Muñoz y Pepe Luis Vázquez, destacados en las corridas falleras

Manzanares y Niño de la Capea pierden cartel

Las actuaciones de Emilio Muñoz y de Pepe Luis Vázquez han sido los más destacados acontecimientos de las corridas falleras, con independencia, por supuesto, de las graves cornadas que sufrió Ricardo de Fabra en la última corrida. Entre las que se tienen por figuras importantes, en cambio, hubo varios fracasos -los de Manzanares y Niño de la Capea, entre otros- que deberían repercutir en sus futuros contratos.Este es uno de tantos aspectos que necesitan reestructuración en la fiesta: la contratación de toreros. Con la política de exclusivas, el grupo de figuras forma un bunker, mientras que el resto de los espadas apenas encuentra incentivos y, por tanto, posibilidades de promoción. Es la eterna cantilena, y en la propia Valencia tenemos un ejemplo muy claro: a Manolo Cortés, la gran faena que le hizo a un miura en la última feria de San Jaime no le valió, ni siquiera, para que le contraten en fallas.

Sería el ideal: que los triunfadores de cada feria tuvieran garantizada su participación en la siguiente (los de fallas, en la de Sevilla; los de ésta, en San Isidro, etcétera). La fórmula supondría un aliciente para toreros y público y produciría un interés progresivo en el desarrollo de la temporada. Con estos supuestos, Teruel, Paquirri, Dámaso González, Manolo Sales, Fabra, El Viti, Emlio Muñoz, todos ellos triunfadores en las corridas falleras, habrían de ser, con algunos matadores destacados que no participaron enestos festejos, el plantel de diestros que empiezan a configurar el año taurino. En sentido contrario, José Mari Manzanares, Niño de la Capea, Roberto Domínguez y Palomo Linares deberían ver lirnitadas sus posibilidades de contratación, pues estuvieron mal y perdieron cartel.

Destacaron, segun anticipamos, la confirmación. de Emilio Muñoz como torero de amplias posibilidades, y la presentación de Pepe LuisVázquez, quien trajo la novedad de la torería; la interpretación alegre y variada de la escuela sevillana. En los restantes espadas no hubo novedades, salvo las negativas de Manzanares, que no podía con sus enemigos, a los que practicó un toreo ventajista; del Niño de la Capea, que aburrió con sus violentos muletazos a docenas; de Palomo, que estuvo poco lucido, y de Roberto Domínguez, que no cuajó ningún toro, pese a que los tuvo muy nobles.

El Viti, en línea de maestro, fue artífice de las faenas más hondas y mejor construidas; Paquirri derrochó valor y voluntad, dentro de sus cortas calidades; Teruel ligó las faenas un poco más que otras veces; Dámaso González, pegapasos consumado, alborotó al público con un espeluznante alarde de valor; Sales dominó y mató con agallas al difícil toro de su alternativa; Fabra toreó discretamente a una noble res de Ybarra y sufrió la única cogida grave de la feria.

Entre los novilleros, aparte Pepe Luis, fue tónica la mediocridad. Impresionó de Paco Ojeda el aplomo para esperar las embestidas, pero no templa; Espartaco y Luciano Nüñez pegaron pases; El Mangui, también, pero más toscos.

Casta y poca fuerza

En general, casi todas las corridas lidiadas tuvieron casta. En cambio, carecían de fuerza, y en varias ocasiones se desató el escándalo por este motivo, sin que la presidencia cumpliera con su obligación, devolviendo los toros inválidos al corral. En este aspecto, la feria ha sido lamentable.

Es justo destacar, sin embargo, la buena calidad media que tuvo el ganado. No se trató del clásico desfile de borregos. Por el contrario, la casta, en muchas ocasiones el genio, dieron mérito a las actuaciones de los toreros, o sencillamente dejaron al descubierto sus escasos recursos. Los de Torrestrellas -tanto la novillada como el festejo mayor- destacaron por su clase, con dos ejemplares de muy bravo comportamiento en la corrida. También la de Juan Pedro Domecq tenía mucho que torear. El toro del triunfo de Emilio Muñoz era incansablemente agresivo, y el cuarto de la tarde, de no haber resultado tan flojo, pudo haber dado un juego excepcional. En este plano de casta estuvo la corrida de Carlos Núñez, y exhibieron nobleza los de Monolo González y Bohórquez. La de Maribel Ybarra no se tenía en pie, pero este fue, como decíamos, un mal común a casi todas las ganaderías.

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