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Tribuna
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La preautonomía dejó la puerta abierta a la provincia

El proceso hasta la aprobación de la preautonomía de Castilla-La Mancha, el 29 de septiembre pasado, fue muy lento debido especialmente a la polémica sobre la integración o no de Madrid en el territorio preautonómico.La primera reunión de los parlamentarios madrileños para tratar el tema de la preautonomía tuvo lugar en mayo del pasado año. En ella se decidió que Madrid se integrase en la región castellano-manchega y se designó una comisión permanente para estudiar el tema. La propuesta tuvo una acogida dispar entre los parlamentarios de las cinco provincias. Mientras Albacete y Toledo manifestaron rápidamente su protesta, Guadalajara, Cuenca y Ciudad Real no formularon ningún tipo de oposición. El primer contacto oficial entre parlamentarios madrileños y castellano-manchegos se produjo el 31 de mayo, y en esta reunión los astellano-manchegos expusieron la existencia de un cierto recelo, cuando no de una negativa rotunda, a que Madrid formara parte de la región, recelo motivado por el temor a que la capital del Estado siguiera actuando como un foco de atracción, en detrimento del resto.

A finales del mes de junio los parlamentarios se entrevistaron conjuntamente con el ministro para las Regiones, Manuel Clavero, y mientras los madrileños insistieron en la inmediata integración de Madrid, los castellano-manchegos se níostraron partidarios de dotar de régimen preautonómico a las cinco provincias a las que representaban antes de aprobarse la Constitución y posponer para una reflexión más reposada el tema de Madrid.

Los parlamentarios madrileños elaboraron un informe en el que se recogían aspectos históricos, sociales y económicos que apoyaban la idea de la integración. Se recogía la posibilidad de que la capital de la región no coincidiera con Madrid y de que la inclusión en Castilla-La Mancha no tenía por qué significar un centralismo sobre el resto de las provincias afectadas, sino al contrario, el aislamiento de Madrid podría hacerla caer en un centralismo exacerbado.

La propuesta de los parlamentarios madrileños no tuvo el eco favorable que ellos pretendían, y aunque los manchegos siguieron negándose a discutir el tema durante la negociación del texto preautonómico, por entender que se alargaría demasiado, adoptaron un proyecto de decreto-ley, aprobado en Consejo de Ministros, que contemplaba la posibilidad de negociar la integración de Madrid.

Los partidos políticos, aunque con fuertes dudas y disensiones dentro de ellos, se han expresado sobre el futuro político-administrativo de Madrid. El único partido, en cuanto tal, que se ha manifestado claramente en contra de la integración de Madrid en Castilla-La Mancha y a favor de una autonomía propia ha sido el Partido del Trabajo de España. Los dos argumentos preferidos por el PTE para justificar su actitud se refieren «al hecho de que, desde un punto de vista cultural y económico, Madrid y Castilla la Nueva son dos realidades diferentes, y por otro lado, que la posible regionalización contribuiría aún más a reafirmar el centralismo, de la capital sobre el resto de las provincias, como ha sucedido hasta ahora». La Organización Revolucionaria de Trabajadores, el otro partido extraparlamentário que se ha pro nunciado sobre el tema, aboga por la inclusión de Madrid en la región castellano-manchega y la conce sión de.un estatuto especial, dadas las evidentes particularidades que tiene. La división de opiniones en el partido gubernamental se muestra de manera clara. José Luis Alvarez, candidato a la alcaldía, encabeza la tendencia favorable a la integración, mientras Elías Cruz, delegado del Gobierno en Coplaco, se muestra partidario de una autonomía para Madrid-región. Otros dos miembros relevantes dentro de UCD, Juan José Rosón, gobernador civil de Madrid, y Luis Ortiz, ex presidente de la sección madrileña del partido, también se han manifestado. Rosón declaró que Madrid debía permanecer en solitario, «como única solución viable para salir de la situación caótica en que se encuentra, debido al entramado de competencias entre la Administración local y el Estado». Luis Ortiz abogó por la configuración de Madrid, como un distrito especial, ya que, debido a sus características peculiares,podría perjudicar a la región en la que se encuadrara.

El PSOE se sumó en su momento a la idea de la integración en Castilla-La Mancha, aunque últimamente se había rumoreado que estaba estudiando la posibilidad de la autonomía madrileña. El Partido Comunista, por boca de su candidato a alcalde, Ramón Tamames, fue el que suscitó en el plenario de parlamentarios madrileños la idea de integración en Castilla-La Mancha y sostiene que hay razones históricas, económicas, geográficas e incluso humanas: «Madrid no puede quedar convertido en un islote.» Por su parte, Alianza Popular defendió desde un principio la necesidad de un estatuto propio y de capitalidad para Madrid.

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