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El presidente electo de Venezuela mantiene en secreto su futuro Gabinete

Cuando apenas faltan cinco días para que en Venezuela se produzca el relevo en el Gobierno de acuerdo con los resultados de las pasadas elecciones generales de diciembre, la clase política del país no oculta su impaciencia y su desazón, por lo que consideran excesiva cautela del presidente electo, Luis Herrera Campins en la composición del que será su primer Gobierno.El democratacristiano Herrera, en efecto está realizando sus consultas para la formación del Gabinete en un ambiente de silencio casi misterioso.

Las críticas a esta actitud del futuro presidente venezolano han sumido incluiso en el seno de su propio partido, el socialcristiano Copel. Algunos dirigentes de este grupo, sorprendente triunfador en las elecciones de diciembre, se han quejado públicamente de la escasa información recibida sobre este punto.

Nombres no desmentidos

Los periódicos, no obstante, se han aventurado a señalar algunos nombres fijos, sin recibir ningún mentís categórico. De estas ligeras pistas puede colegirse que el presidente Herrera trata de hacerse acompañar en el Gobierno por personas jovenes, con experiencia administrativa o técnica, pero desligadas de lo que se podrían llamar «cuadros clásicos» de la política venezolana. Los analistas destacan que si Luis Herrera consigue articular un Gobierno «generacional», comó aquí se le llama, se habrá dado el primer paso para la renovación del panorama político venezolano, que hasta ahora estaba casi exclusivamente en manos de los protagonistas del acceso de Venezuela a la democracia, hace veinte años.

Por lo que parece, además, Luis Herrera se ha zafado con habilidad del peso moral que supone la presencia activa en la política del ex presidente Rafael Calder, máximo dirigente del partido al que pertenece el nuevo presidente y casi seguro candidato presidencial en las elecciones de 1983. La influencia de Caldera en Copei es indudable, Herrera Campins, sin embargo, no va a incluir en su Gobierno a ninguna figura calderista.

Si Luis Herrera se separa definitivamente de la tutela histórica del calderismo, en los dos grandes partidos venezolanos se habrá producido un claro relevo generacional, al que se resisten las viejas figuras de ambas formaciones políticas. Si el distanciamiento entre Pérez y Betancourt es cosa sabida, y la pugna por el liderazgo de Acción Democrática, evidente, la consolidación del herrerismo dentro del partido socialcristiano, puede dar origen a una crisis similar, cuyas consecuencias podrían afectar, sin duda, a la imagen del partido ante el electorado.

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