EEUU fortalece su alianza con Turquía y España ante la "desestabilización" asiática
La situación en Irán, la guerra chino-vietnamita y las «perspectivas inmediatas", según la OTAN, de una mayor presión militar soviética en el Mediterráneo, acaban de inducir a Estados Unidos a conceder un crédito de mil millones de dólares a Turquía y a suavizar sus exigencias en materia de equipamiento militar con algunos de sus aliados, entre ellos España, que con el visto bueno norteamericano podría iniciar este año la construcción de dos submarinos atómicos con licencia francesa. Washington habría retirado también sus objeciones a la compra, por España, de un número aún no determinado de cazas F-1 Mirage a Francia.
La decisión de Estados Unidos en relación con Turquía constituye, por el momento, su paso más significativo en favor de la «estabilidad» del Mediterráneo. Los mil millones de dólares (69.000 millones de pesetas) serán entregados al Gobierno socialdemócrata del primer ministro Bulent Ecevit por un grupo de bancos privados y agencias estatales de Estados Unidos. La única condición impuesta por el Departamento de Estado es la de que Ankara adopte una política de restricción económica, como la propuesta el año pasado por la Confederación de Empresarios de Turquía y el Fondo Monetario Internacional.Pero la Casa Blanca ha retirado para la concesión de los empréstitos dos exigencias que fueron precisamente las que en los últimos quince meses impidieron la concreción del acuerdo: la conclusión de un nuevo tratado militar turco-estadounidense, que facilitara el pleno funcionamiento de las bases Militares norteamericanas en Turquía y de los puestos de escucha electrónica en la frontera turco-soviética, y la retirada de las tropas turcas de Chipre.
Se cree, no obstante, que las autoridades turcas han aceptado ahora, a cambio de los préstamos, discutir «positivamente» las cuestiones militares con Washington y la OTAN, lo que, a juicio de portavoces del Pacto de Varsovia, habría equivalido ya al restablecimiento. parcial de la actividad de las estaciones de vigilancia por radar en la frontera del Este y de por lo menos una base aérea en el Sur. Según fuentes norteamericanas, alrededor de doscientos especialistas en espionaje electrónico de la Air Force, que hasta hace un mes se encontraban en Irán, los puestos de escucha más cercanos a territorio soviético que ahora le quedan a Estados Unidos y la OTAN son los de Turquía.
El acuerdo sobre los nuevos empréstitos norteamericanos, cuyos detalles se ultimarán a fines de este mes, incluye la entrega inmediata de cuatrocientos millones de dólares. En este momento, la deuda externa turca asciende a 12.000 millones de dólares. Gran parte de esta deuda más sus correspondientes intereses y servicios, deberá ser satisfecha por Turquía en los próximos dieciocho meses, lo que plantea el problema finaniciero más grave que cualquier país del bloque occidental haya debido afrontar en este siglo. Estados Unidos y Alemania Federal habrían comprometido también sus «buenos oficios» para resolver este asunto. Bonn ofrecerá además a Ankara ciertas facilidades comerciales en el ámbito de las exportaciones agrícolas turcas, afectadas por la fuerte competencia de Grecia.
La iniciativa de Washington puede crearle graves dificultades a Carter, puesto que no satisface las aspiraciones económicas turcas, y volver a los objetivos políticos de Chipre, de Grecia y del propio Congreso norteamericano. A fines de 1978 y comienzos de este año, Ecevit exigió un respaldo financiero masivo de Occidente, que podría oscilar entre los 5.000 y los 8.000 millones de dólares, y que abarcaría también el reequipamiento y modernización de su ejército (450.000 hombres, el más numeroso de la OTAN). Por razones obvias, el Gobierno de Chipre, con el 40% de su territorio ocupado por Turquía, condena cualquier ayuda económica de Washington a Ankara.
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