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Denuncian la ausencia de autores españoles en la programación teatral

Un grupo de dramaturgos y críticos, al considerar que «la presente situación teatral española no se corresponde con la evolución política», han firmado un manifiesto donde denuncian una serie de hechos relacionados con la ausencia de un teatro español que supone «una grave castración y falta de identidad para la cultura española».

En el escrito se denuncia a grupos teatrales, cooperativas, compañías estables y centros dramáticos subvencionados por el Estado «en cuyas programaciones la inclusión de autores españoles vivos es mínima y, en la mayoría de los casos, inexistente». «El dinero del presupuesto nacional que se destina a la promoción teatral no tiene -como en otras ramas industriales y culturales- la primordial finalidad de apoyar la creación nacional como estímulo al progreso del teatro español.» «Los montajes de obras de Chejov, lbsen, Strindberg, Schnitzler, Büchnet, etcétera (autores que dignificarán siempre cualquier programación teatral), están siendo utilizados como coartada para ignorar al teatro español actual, ofreciendo dichos montajes como alternativa única a la crisis.»Otro de los puntos del manifiesto se reflere a la función de teóricos y críticos. «Denunciamos a los nuevos inquisidores de la cultura, que intentan imponer «con exclusividad» estéticas anacrónicas emparentadas con e naturalismo, apoyándolas además desde sus artículos en los medios de comunicación que dominan, así como el rechazo que tales inquisidores hacen de todo intento de vanguardia o de renovación. A los críticos con intereses en la industria teatral, que suplen con sus adaptaciones o traducciones de obras extranjeras a las obras originales de los autores españoles y que, posteriormente, publican en sus medios informativos críticas -por supuesto, elogiosas- de las compañías a las que pertenecen. El uso de métodos críticos de dudosa intención, tales como hacer extensible a toda una generación el supuesto fracaso del montaje de la obra de un autor español.»

Denuncian asimismo «la falsedad que supone afirmar que los premios conseguidos por algunos autores españoles son «pequeños y lejanos», cuando se trata del Lope de Vega, Tirso de Molina Guipúzcoa, Carlos Arniches o el de la Real Academia de la Lengua, entre otros». En cuanto a la, Administración teatral española, denuncian que «haya aplicado los esquemas de producción del teatro comercial al uso, olvidando la promoción de núcleos de trabajo que permitieran a autores, actores, directores, escenógrafos y técnicos una investigación y prácticas escénicas renovadoras». Por último, denuncian «que en España siguen existiendo temas tabúes, variables según las fuerzas políticas que dominan o influyen poderosamente en las programaciones teatrales, temas por los que se margina la producción dramática de ciertos autores».

Una generación marginada

El manifiesto está firmado por los autores J. L. Alonso de Santos, Jorge Díaz, Angel, García Pintado, Ramón Gil Novales, Jerónimo López Mozo, Luis Matilla, Manuel Martínez Mediero, Alberto Miralles, Manuel Pérez Casaux, Miguel Romero Esteo, José Rubial y Diego Salvador, y los críticos Angel Fernández Santos, Alberto Fernández Torres, José Antonio Gabriel y Galán y Moisés Pérez Coterillo.

Los dramaturgos que firman el escrito pertenecen casi en su totalidad a la generación de autores de la década de los sesenta, que rompe los esquemas temáticos y estéticos de la generación realista. Agrupados como el «nuevo. teatro español», recibió distintos calificativos: marginado, prohibido, maldito, antifranquista, y el vehículo de su promoción fue el profesor norteamericano George E. Wellwarth,, que en su libro Teatro español underground estudiaba la obra de unos veinte autores, con obra escrita o publicada que de forma muy esporádica ha subido a los escenarios.

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