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Fracasó un intento de cambiar en España el sentido de la asistencia social

Una vez restablecida la Generalidad provisional, Cataluña estuvo a punto de ser el primer lugar de España en donde se pusiera en marcha una experiencia seria de organización de los servicios sociales. Sin embargo, los responsables de llevar a cabo esta labor fueron apartados de la Dirección General de Servicios Sociales, adscrita a la Consejería de Gobernación del organismo preautonómico catalán, por decisión del propio presidente Tarradellas. Este equipo, dirigido por la asistente social Rosa Domenec, redactó un detallado estudio sobre las posibilidades de llevar a cabo una alternativa en este campo.

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La asistencia social en España

Bajo el franquismo, la figura del asistente social se vio reducida a la caracterización paternalista y benéfica que le imprimieron las asociaciones privadas de la Iglesia y la Sección Femenina de la Falange, instituciones ambas que asumieron la labor de formación del asistente social.Había, pues, que cambiar la imagen y las funciones del asistente social paralelamente al cambio democrático operado en el país. Cambiarlo, ni más ni menos, en el sentido que tienen los servicios sociales en países como Francia o Inglaterra. Pasar, en definitiva, de ser unos servicios que se prestaban «a pesar de la Administración» en servicios planificados y dirigidos por la propia Administración.

En Cataluña, con el restablecimiento de la Generalidad, y en la etapa en que Frederic Rahola ocupó la Consejería de Gobernación, se estuvo a punto de poner en marcha una experiencia piloto de trabajo social que habría de ser la base para la posterior aplicación de una auténtica política de servicios sociales.

Para ello, Rahola había decidido nombrar a un director general de Asistencia Social de su departamento. Pese a que el nombramiento oficial no llegó nunca, Rosa Domenec, militante socialista y asistente social que dirige la única escuela de formación permanente que existe en España, ocupó oficiosamente el cargo. La experiencia duraría cinco meses -de enero a mayo de 1977- y terminaría con la caída en desgracia de Rahola ante Tarradellas.

«Durante cinco meses -manifiesta Rosa Domenec- trabajamos a fondo. No habíamos sido nombrados oficialmente para el cargo, pero con tres colaboradoras empezamos a planificar lo que deben ser unos auténticos servicios sociales. Nos quedamos sorprendidos por la cantidad de recursos que podíamos obtener. Siempre se ha dicho que la Generalidad no tiene recursos, pero nosotros pudimos comprobar que ello no es así.»

Experiencia piloto

Rosa Domenec explica cómo durante aquel período llegaron a establecer contacto con el delegado provincial del Ministerio de Cultura, José de la Rosa, quien compartiendo su afán de renovación les cedió la residencia Gaudí, en el barrio del Besós, para organizar el Centro Piloto de Servicios Sociales. Por otra parte, se configuró un consejo asesor de la Dirección General de Servicios Sociales. Por otra, del que formaban parte todas las entidades que, en Cataluña, desarrollan actividades de trabajo social.Sin embargo, todo terminaría con una carta de cese -de un cargo en el que nunca fue nombrada- escrita por Tarradellas en la que, a la manera del antiguo régimen, se le agradecían «los servicios prestados».

«Pretendíamos -sigue Rosa Domenec- que una vez restablecida la democracia, la asistencia social dejara de tener la característica de parche, que tuvo bajo el franquismo, y por ello empezamos a planificar. Nuestra experiencia piloto comprendía la zona del río Besós, en la periferia de Barcelona. Esta zona agrupa la importante cifra de 150.000 habitantes, y comprende los barrios conflictivos de La Mina, Verneda, Maresme y Sant Marti de Provensals. Los estudios estaban en fase muy avanzada. Nos dimos cuenta de lo urgente que resulta adecuar los servicios sociales en esta zona. Como dato característico hay que señalar que mientras con un solo autobús puede un vecino desplazarse a unos grandes almacenes, son necesarios tres autobuses distintos .Para llegar a la residencia de la Seguridad Social.»

Posteriormente, con el cese de Rahola y la entrada del nuevo consejero de Gobernación, Manuel Ortínez, la política sobre asistencia social de la Generalidad no ha experimentado ningún avance. No consta que él nuevo equipo tenga previsto seguir con iniciativas en este sentido.

Nada más salir de la Generalidad, el equipo que dirige Rosa Domenec profundizó en el estudio de una alternativa en el campo de los servicios sociales, pero ahora, sin poderlo llevar a cabo desde el ente preautonómico.

Esta alternativa comprende la reunificación de todos los departamentos ministeriales que poseen competencias de asistencia social en un Ministerio o Dirección General de Servicios Sociales. Por debajo de este nivel estarían las consejerías de servicios sociales de los entes autonómicos y a nivel municipal y de barrio, departamentos y centros de servicios sociales, respectivamente.

Dado que la Constitución fija la competencia de los servicios sociales a los entes autonómicos, el Ministerio, o en su caso la Dirección General de Servicios Sociales, formularía unas bases generales de la política global respecto a los citados servicios. Al Ministerio estarían encomendadas labores de investigación relacionadas con la pojítica de asistencia social y la dotación de servicios y funcionamiento de instituciones sociales que sean de índole tan especial o costosa que no puedan administrarse a nivel local o de las nacionalidades o de las regiones.

Para que exista una descentralización real de los servicios sociales es necesario -según Rosa Domenec- que su gestión sea llevada a cabo por los municipios con un índice de población suficiente. En etapas sucesivas, estos municipios deberían ir asumiendo las funciones que actualmente llevan a cabo las diputaciones y las diversas delegaciones de los ministerios. Su coordinación correspondería a las consejerías de las comunidades autónomas.

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