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El desencanto español

«( ... ) En otros términos, el voto do la Constitución no ha modificado en profundidad, el panorama político. El desencanto, al que s4 refería el señor Sánchez Montero es perceptible a todos los niveles d( la sociedad. Vemos, en efecto, izquierda tímida e inquieta obsesionada por el peso de un Ejército solidario; una derecha fraccionada; un centro desprovisto de bases y de tropas. Si, efectiva. mente, existe un acuerdo entre partidos, es porque se encuentran todos embarcados en el mismo navío, navegando entre las nubes tempestuosas del País Vasco, de una economía en crisis, de industrias devoradas por la recesión, de un paro en inflación constante, sin que el menor objetivo gubernamental se dibuje en el horizonte.Sin embargo, resulta claro que el asunto vasco domina, y de lejos, todos los problemas que se le plantean a Adolfo Suárez y a sus amigos. Un Estado qué acepta que a sus policías, en principio encargados de mantener el orden, se les liquide como animales de caza sin responder con la energía que debe conferir la autoridad y sin que los responsables sean sistemáticamente perseguidos y castigados, bajo el falaz pretexto de defender la democracia, es un Estado que inicia insensiblemente un proceso de desintegración ( ...).

El Ejército no sufre de la nostalgia del franquismo. Ha sido, en otra época, su garantía. Por el contrario, pese a una leyenda establecida, los militares no han intervenido en política de 1939 a 1975. Una vez terminada la guerra civil, el Caudillo devolvió los generales a los cuarteles y no se oyó hablar más de ellos ( ... ).

Ahora, el Ejército no se dispone a transgredir ciertos principios, que son el Evangelio. A menos de un recrudecimiento intolerable de los asesinatos o de una tentativa de las provincias vascas de marchar, contra viento y marca, hacia la independencia, el Ejército no. se sublevará contra el rey Juan Carlos I, ni tampoco contra Adolfo Suárez, si este último es confirmado en sus funciones por el Rey

20 diciembre

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