Serias diferencias en la Asamblea de la OTAN
La vigésimo cuarta sesión de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, que se acaba de terminar en Lisboa, ha puesto una vez más el acento sobre las divisiones que se hacen sentir, si no a nivel de las posiciones esenciales, sí en la manera de encarar el momento de la política mundial, entre los distintos sectores que compone la Alianza: no sólo los intereses americanos no coinciden siempre con los de sus aliados europeos, sino que existen diferencias en el seno de las delegaciones nacionales entre conservadores y socialdemócratas europeos, y entre «halcones» y «palomas» en el seno de la delegación americana.En este último aspecto, es significativo, por ejemplo, que el senador demócrata Henry Jackson haya reanudado en la última tarde de la sesión sus ataques a la política de Carter en relación a las negociaciones SALT. Jackson ha sido, en parte, secundado por el comandante supremo de la Alianza, el general Haig, que también manifestó «cierta preocupación» por la política de la Administración americana, para reiterar después su confianza en el presidente Carter.
Para Haig, lo importante es convencer a los países europeos de la necesidad y de la urgencia de un aumento de sus gastos militares, porque es dudosa la superioridad militar actual de la OTAN.
La amenaza soviética en Europa y en otras partes del mundo ha sido también el tema central del presidente Franz Josef Strauss, de la CSU, uno de los más «duros» oradores de la sesión, que deploró que la Alianza no tome la «decisión histórica» de «reaccionar de manera global» al desafío comunista.
El esperado debate sobre la situación en el Mediterráneo y en la Península Ibérica fue bastante limitado. El socialista portugués José Luis Nuñes -que introdujo el debate- subrayó la importancia de la evolución democrática reciente de los dos países de la Península y de la posición estratégica de ésta para la defensa sur de Europa y vías de comunicaciones marítimas.
Otro orador socialista portugués hizo referencia a la «política realista de autonomía regional» adoptada por los dos países ibéricos, en respuesta a los movimientos separatistas.
El terrorismo mereció también atención y condena.
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