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R. W. Fassbinder: "'Desesperación'" plantea el camino de la locura, que uno mismo puede elegir"

Ayer se estrenó el último filme de Rainer Werner Fassbinder, Desesperación, basado en una novela de VIadimir Nabokov (La confusión), y que supone el primer intento serio del realizador alemán por acceder a públicos de mayor entidad cuantitativa. Fassbinder ha sido, sin duda, uno de los realizadores cinematográficos más brillantes de las nuevas generaciones europeas, en las que la vitalidad artística corre pareja al rigor creativo. Hombre polémico en su país, la República Federal de Alemania, forma con Wenders y Herzog la tripleta central de un cine dispuesto a salir de los constreñidos marcos del vanguardismo

Fassbinder, 32 años, 32 largometrajes y varios montajes teatrales, habla así sobre su última película: «En la vida de cada ser existe un momento a la vez terrorífico y maravilloso, que surge como un relámpago en la conciencia de unos y como un dolor sagrado en el inconsciente de otros: es el momento de la toma de conciencia de la finalidad de su propia existencia.»Hay que explicar que el motivo principal de Desesperación es la reflexión de un fabricante de chocolates en la Alemania precedente al triunfo del nazismo. Un esteta -Dick Bogarde- asiste cínica y escépticamente al derrumbe de lo establecido. No existe en el filme de Fassbinder una condena explícita ni del esteta ni de la ideología que atenazará Alemania. Toda la obra es una reflexión sutil sobre el individuo, lejos, pues, de condenas políticas o análisis colectivos.

«Nos han inculcado tantos pensamientos falsos, que se introducen en nuestra propia piel, haciéndonos creer que se trata de nuestros propios pensamientos, que, incluso, la lucha por una utopía sólo nos permite unos medios que son a su vez igualmente falsos, no más falsos, sino exactamente igual de falsos que todos los demás.»

«Por ello -añade el realizador- ese conocimiento terrible y seductor de nuestra propia finitud, en lugar de tener una acción liberadora -como debería y podría además tener- se convierte en el soporte de un placer mezclado de sufrimiento, de cierta felicidad en una mediocre ausencia de libertad.»

«El placer que podía procurar nos precisamente esta conciencia de la inanidad final y del azar propio a cada existencia, como por otra parte a toda existencia desde el momento privilegiado de la toma de conciencia -placer que debería devolver su sentido a la libre elección y producir un robustecimiento en la lucha por algo maravilloso, posible, sensual, sensato en un mundo desprovisto de sentido-, ese placer no se nos transmite como un placer susceptible de ser experimentado, ni como un gozo intenso y sin obstáculos, sino como una angustia que nos hace vivir esta ausencia de libertad en un estado de gozo que en realidad no lo es.»

«Esta honorable jungla parece -continúa Fassbinder-, fuera de la alternativa de la muerte, no tener otra salida, salvo quizá, aquella de la que habla Desesperación: el camino de la locura que uno mismo es capaz de elegir. Pero sucede con "el mundo de la "locura" lo mismo que con el de la muerte: quizá no bastan sólo en tanto que esperanza.»

«Y sólo tenemos informaciones incompletas sobre esa bella anarquía que, en el "mundo de la locura", deja curso libre a las sensaciones. Un día, cuando exija una decisión de mí mismo, espero tener el suficiente valor para encontrar el camino y no ceder ante las innumerables escapatorias.»

Desdoblamiento de personalidades, intentos de vivir al límite las sensaciones individuales, creadas probablemente desde perspectivas esquizoides, Hermann Hermann, protagonista de Desesperación, triunfador social y hombre brillante, decide un día, desesperadamente, cambiar de manera absoluta su vida para evitar que ésta se convierta en una monótona repetición. El intento de hacerlo es la última película de Fassbinder.

Así lo explica el propio realizador: «Antes de que se inventara la expresión de moda "Ia crisis de la madurez" para indicar una peculiar condición de disminución de fuerza y autocompasión que ocultaban los aspectos más peligrosos de esta condición, hubo ese extraño y aparentemente inexplicable período de la vida en el que las personas se sienten insatisfechas de sus éxitos, de la sensación de felicidad que han conquistado, de todo lo que pueden llamarse satisfacciones. Querían evadirse, hacer algo por hacerlo, sin saber qué.»

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