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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Marías y el separatismo

Contestar como se merece el artículo Voto final, de Julián Marías, requeriría un espacio mucho más amplio que el de esta carta. Sería también inútil para el señor Marías. Lo que no han conseguido otras calificadas réplicas tampoco iba a conseguirlo yo. Sólo, pues, unas observaciones de un catalán no separatista, no para el incorregible señor Marías, sino para los lectores de habla castellana que quieran comprender y respetar a los otros pueblos peninsulares.1. El separatismo, siempre muy minoritario, no surge por afán de notoriedad ni por un xenófobo afán de separación. El separatismo es una expresión de desesperación, de pérdida definitiva de confianza en las posibilidades de convivencia normal y de juego limpio entre comunidades humanas que, por una u otrá causa, se sientan distintas. El separatismo no es una causa, sino un efecto de la discordia impuesta por el más fuerte. Su. superación es fundamentalmente un problema de generosidady ética humana del poder central.

2. Es una injusticia que clama al cielo (para decirlo educadamente) acusar de insolidaridad a quienes, tanto en los últimos cuarenta años como en otras etapas anteriores, se han visto atropellados, escarnecidos, maltratados, en tanto que miembros de las comunidades humanas catalana, vasca y gallega. Pase que se apele al perdón de las injurias y se invoque el nuevo comienzo. Pero el mayor esfuerzo de reconciliación ha de venir del más fuerte: del poder central, que represente (esperémoslo) a todos los pueblos de España.

3. Decir que la insolidaridad llega hasta pretender que «... lasociedad general corra con los gastos originados por las lenguas particulares..., para que el poder del Estado imponga su obligatoriedad y no queden abandonadas a la espontaneidad social y a leyes análogas a las de oferta y demanda» roza los límites o bien de la estupidez o bien de la infamia. Si esta espontaneidad social no hubiera sido ahogada a punta de bayonetas, España tendría hoy una normalidad plurilingüe y, con ella, una,convivencia sin problemas para la hermandad entre-sus-pueblos.

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4. La fórmula constitucional «el castellano es la lengua española oficial del Estado» puede ser rebuscada o «casi grotesca» para una óptica centralista, en lo que de peor tiene esta palabra. Para las comunidades nacionales de la periferia española es la única aceptable. 0 somos todos españoles, y todas nuestras lenguas lo son, o sólo es española una lengua y sólo son españoles los que la hablan como lengua materna. Es así de sencillo, señor Marías. Roca Juriyent y Díaz Plaja lo explicaron para usted con más detalle. ¿0 no los leyó? Y no nos salga usted con citas eruditas del siglo XVIII. Es como si quisiera rebatir otros artículos de la Constitución aduciendo leyes del Imperio .hacia Dios. La denominación en la Constitución de la lengua de Cervantes y de Juan Ramón Jiménez, nombres que yo venero, no es un problema semántico, sino una cuestión política de primer orden; una cuenta en el largo rosario de la reconciliación -de los pueblos españoles.

Y créame usted: la inmensa mayoría de catalanes piensa como yo. El 11 de septiembre de 1977 lo demostraron.

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