El Gobierno iraní descarta una solución negociada con la oposición
La detención el sábado pasado del líder de la oposición Karim Sanjabi, cuando se disponía a celebrar una conferencia de prensa en su céntrico domicilio de Teherán, se considera aquí como la segunda decisión de importancia tomada por el sha o impuesta a él, tras la formación de un Gobierno militar el día 5, que cierra la última puerta a un arreglo entre el poder y el creciente descontento popular, representado por los líderes religiosos y la oposición.
La impresión general es que el sha y el poder parecen totalmente incapaces de hacer frente a los problemas políticos que sufre Irán por otros medios que no sea la tradicional actitud de fuerza y la represión. Incluso una buena parte de los funcionarios de la embajada norteamericana en Teherán, a pesar del apoyo público ofrecido al sha por el presidente Carter y confirmado el domingo por el portavoz norteamericano Hamilton Jordan, no dan al sha más de un 50% de posibilidades de conservar el poder, si continúa su actual política de fuerza, según fuentes fidedignas.Un gran número de personalidades de la oposición que habían comenzado a salir de la clandestinidad amparados en la liberalización prometida por el último Gobierno, están siendo detenidas en estos días. De hecho ha vuelto el temor que prevalecía en el país en los tiempos del poder absoluto de la policía secreta Savak. Desde hace unos días, la mayoría de los funcionarios medios no sólo se niegan a hablar, sino que se consideran perjudicados cuando se les acercan los corresponsales extranjeros. Se vuelve a mirar de reojo al que se sienta en la mesa vecina de un restaurante o un café y se habla de política en voz baja.
Por el contrario, la detención de personalidades de Gobiernos anteriores acusados de corrupción está creando un gran malestar en los grupos que aún conservan algún poder, pues la mayor parte de los detenidos se muestra decidida a arrastrar con ella a los que se beneficia ron por igual de la corrupción, sean superiores o inferiores.
Hasta tal punto, que las familias de algunos detenidos importantes comenzaron a temer por la propia integridad de sus parientes encarcelados. Los líderes de la oposición y religiosos parecen haber adoptado una nueva táctica, Consistente en concentrar todos los esfuerzos en lograr que se mantenga interrumpida la exportación de crudos desde Irán. Ayer, uno de los días más optimistas para el sector petrolífero desde que comenzó la huelga, sólo se produjeron dos millones de barriles, aproximadamente el petróleo que el país necesita para su consumo interno.
Aunque las autoridades habían anunciado un regreso masivo al trabajo después de los dos últimos días de fiesta, la refinería de Abadán más importante continúa paralizada. Los líderes religiosos y la oposición se disponen a recaudar fondos, al parecer entre los demás trabajadores, para subvencionar a los del petróleo en huelga.
En los restantes sectores, en particular en Teherán, la vida se normaliza. El ministro de Justicia invitó a profesores universitarios y abogados a formar parte de los tribunales especiales anticorrupción. No obstante, el presidente designado de la comisión que debería investigar las finanzas de la familia real se excusó alegando salud deficiente.
Un importante síntoma de inquietud de los sectores financieros económicos e industriales es la carencia de liquidez de los bancos, que se ha agudizado sensiblemente, al punto que tres importantes entidades bancarias podría quebrar si no les socorre el Banco Central. Paradójicamente, y a pesar de la lucha oficial contra la corrupción, se desarrolla un lucrativo mercado paralelo de divisas. El dólar comienza oficialmente a escasear.
La huelga de petróleo, por el momento, es lo más importante para el Gobierno militar, que, de no solucionarse, puede no sobrevivirla.
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