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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los terroristas

Madrid -y supongo que toda España- se ha convertido de pronto en San Antonio de Tejas con esos posters donde se exhiben las fotografías de unos terroristas, colectivamente o uno por uno, terroristas que debemos identificar y capturar los españoles, convirtiéndonos en policías a instancias de Martín Villa. Aquí en el periódico, además, después de la bomba, tenemos más derecho a tomarnos la justicia por nuestra mano, a ver si no.¿Quién no tiene hoy una segunda profesión en España con esto del pluriempleo? Así como en Portugal hay una asociación de Bombeiros Voluntairos, nosotros podemos ser los policías voluntairos (o los bomberos, si hace falta) que apaguen el fuego del terrorismo. Me parece bien la medida. Me parece bien cualquier medida sensata que tienda a erradicar el terrorismo de nuestro westen democrático. Aunque a Martín Villa se le ha pasado consignar en dólares devaluados o pesetas suizas lo que nos van a pagar de recompensa por la cabeza de uno de estos terroristas, especificando tarifas vivo o muerto. Ahora que todo está subiendo, ¿por qué van a estar los terroristas gratis?

El otro día hablaba yo aquí de la caza y sus cotos. Veintitantos mil cotos privados, privilegiados, en España, frente a 44 cotos sociales, asequibles que voluntariosamente ha creado Icona. Ya que el español no puede tirar a la liebre porque está cara, que tire al terrorista, pero también es justo que reciba una recompensa si caza alguno porque los terroristas llevan goma-2 y las liebres no. Que nos lo pregunten a nosotros.

«En los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar.» Así cantaban las tonadilleras de los felices cuarenta. Francisco Alegre y olé. Francisco Alegre y olá. Yó no quiero mirar los rostros de los terroristas por miedo a reconocer luego alguno en el comedor del Ritz o en las conferencias del Club Siglo XXI. Yo no soy un activista, por eso no tengo nada que hacer en política y la izquierda sólo me acepta como lírico o figura art-decó. Si yo me encuentro un terrorista en el bar del Palace o en la junta general de un Banco, ¿qué hago: le sigo, le echo la zancadilla, le entretengo, le escribo una entrevista para esta columna, llamo a Martín Villa, le pido un autógrafo?

Según la filosofía de Martín Villa, parece que todos los españoles estamos llamados a colaborar y comportarnos, y los que acabamos de festejar una bomba en casa con víctimas, yo creo que mucho más. Pero no me veo, la verdad, cazando terroristas con mi bufanda, como cuando cazaba murciélagos de pequeño con la boina, cosa dificilísima si se tiene en cuenta que yo nunca he usado boina.

De modo que, dejando el terreno de la acción, que no es el mío, vengo al de la reflexión, que tampoco lo es, pero en el cual me pagan todos los meses: ya que el Gobierno se decide a difundir las fotos de esos confusos terroristas, debe seguir adelante con su campaña publicitaria y darnos ahora, en otro póster colectivo, pegado por traseras, urinarios y plazas de toros, las fotos de todos los implicados en Matesa, y otro póster con todos los implicados en Reace, en Sofico, en Redondela, en Montejurra, en Atocha, en el Piramidón, en lo de Cesarsky y en las medallas, monedas y relojes que salen para Suiza, país que, como es sabido, tiene montada la mejor industria relojera del mundo como coartada para recibir y albergar oro indebido de todas las viajeras de otros países y de Barajas.

Bien pensado, prometo fijarme mucho en las caras de todos los terroristas y espero que salga la colección de matesas, atochas, vitorias, montejurras, reaces y EL PAIS para, en cuanto reconozca a una de esas acuñaciones españolas tomándose un manhattan en el bar de Cultura Hispánica (hoy centro de nosequé), llamar por el teléfono de ficha a Martín Villa (voy a ir siempre cascabeleante de fichas, como una yegua Jerezana) y darle el queo.

Aquí en el periódico esperamos las caras del Allul y de los que no quieren salir en las listas de Hacienda para ecliarle una mano al ministro. Cuándo nos hayan volado el periódico a bombas nos vamos a ir todos de guardia personal de Martín Villa.

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