La Constitución española, vista en el exterior como un signo de reconciliación

Todos los grandes medios de información mundiales han destacado la aprobación por las dos Cámaras de las Cortes españolas del proyecto de constitución que el próximo diciembre será sometido a referéndum del pueblo español. Especialmente, se destaca en el extranjero que la nueva Constitución española es un texto de concordia, que puede cerrar definitivamente las diferencias entre los españoles. Asimismo, se destaca que se constituye un Estado social de derecho, con una Monarquía parlamentaria, y que se garantizan todos los grandes derechos ciudadanos que recogen las constituciones democráticas, así como el autogobierno de nacionalidades y regiones.

El Departamento de Estado norteamericano felicitó ayer «al pueblo español y a sus representantes en el Parlamento», por la aprobación de la nueva Constitución democrática que considera como un hito esencial en el proceso de consolidación de las instituciones democráticas en nuestro país.El portavoz oficial del Departamento de Estado, Hodding Carter, leyó una breve declaración en su rueda de prensa diaria con los informadores acreditados en Washington en la que comentó muy favorablemente la ratificación por las Cortes españolas del proyecto de Constitución que tuvo lugar el pasado martes.

«Felicitamos al pueblo español y a sus representantes en el Parlamento en esta ocasión histórica», dijo el portavoz del Departamento de Estado quien añadió que «la aprobación por las Cortes españolas del proyecto de Constitución democrática es un hito en el proceso de transición a la democracia, que los españoles han venido siguiendo con tan admirable determinacion».

El comentario del Departamento de Estado norteamericano contrasta con la escasa cobertura que, al menos por el momento, ha otorgado la prensa estadounidense a la aprobación de la nueva Constitución por las Cortes democráticas. La radio sí ofreció mayor cobertura con crónicas de corresponsales desde Madrid, y ayer la cadena NBC señalaba que la ratificación de la Constitución supone «los últimos clavos en el ataúd de la dictadura fascista».