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Proyecto de una facultad de Bellas Artes para Euskadi

Oteiza, Chillida, Néstor Basterrechea, Mendiburu, Ruiz Balerdi, los más conocidos hombres de la hasta hace pocos años denominada escuela vasca y las generaciones posteriores de artistas vascos, en colaboración con el rectorado de la Universidad de Bilbao y titulados en Bellas Artes del País Vasco, podrían participar en una operación que convertiría la actual Escuela de Bellas Artes de Bilbao en una facultad de Bellas Artes para Euskadi.

La existencia en Bilbao de la única Escuela de Bellas Artes en el País Vasco, y el hecho de que este centro desde su fundación se viera controlado en la dirección y en la enseñanza por profesores importados de otras nacionalidades del Estado español -fundamentalmente Cataluña y Levante- han creado siempre un profundo malestar entre los artistas, los propios alumnos y los medios culturales vascos. Desde hace unos diez años alumnos, artistas y personalidades del mundo de la cultura ha intentado sin éxito convertir la Escuela de Bellas Artes de Bilbao -desligada en concepción y profesorado de la realidad social y cultural de Euskadi- en una escuela de formación de futuros artistas vascos. Para ello la dirección y el profesorado debía ser vasco y poseer todos, en conjunto, una concepción clara de lo que ha de ser una escuela de Bellas Artes para Euskadi.Los primeros intentos por cargar de contenido vasco a la Escuela de Bellas Artes de Bilbao se producen casi desde su creación. En 1969, cuando aún el movimiento de la escuela vasca está en pie, se celebran en Bilbao asambleas de artistas de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava para tratar el futuro del recién creado centro. Consideran los artistas que el director, señor Melicua -ex profesor de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona- y el profesorado -algunos amigos del propio director- carece de calidad y el centro de personalidad vasca.

Las asambleas de artistas redactan un proyecto, y programa muy ambicioso para el centro que nunca vio la luz. Sin embargo, a través de Oteiza, que convenció al primer director del centro, se consiguió que el escultor Larrea fuera nombrado profesor y que Ibarrola y otros artistas dieran algunos cursillos.

La situación desde entonces no ha variado en la Escuela de Bellas Artes de Bilbao y diferentes grupos políticos, entidades culturales y los propios artistas han reivindicado una y otra vez a través de escritos unilaterales y conjuntos, la necesidad de dotar al centro de un carácter vasco.

Ahora parece que la oportunidad ha llegado. Al depender este curso la Escuela de Bellas Artes de Bilbao de la Universidad, una de las primeras gestiones realizadas por el rector, señor Martín Mateo, ha sido la de reunir en Bilbao a una amplia representación de artistas, de titulados en Bellas Artes y estudiosos del tema para tratar de llevar a cabo lo que puede considerarse como un «vuelco» total en la marcha, orientación y fisonomía de la escuela.

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