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FESTIVAL DE BARCELONA

Concierto de "I Musici" en el Palau

El tercero de los conciertos del Festival barcelonés suponía un nuevo encuentro con el barroco musical, encuentro desde un ángulo bien distinto al del recital Kuyken-Leorhardt del día anterior.I Musici representa una de las cotas más altas de la interpretación barroca que podríamos llamar convencional, es decir, aquella que parte de una técnica y una estética clásico-romántica tan sólo ligeramente revisada. Expliquémonos: si nos fijamos en el aspecto material nos encontramos con que I Musici emplea los instrumentos y el modo de tocarlos habitual hoy en cualquier parte; por otro lado, apenas tienen cabida en su quehacer los recursos de la interpretación barroca, perdidos a partir del clasicismo y resucitados hoy gracias a las investigaciones de la musicología actual: se trata de la ornamentación, de las alteraciones rítmicas que deben modificar el texto escrito (en el siglo XVIII no siempre se medía lo que estaba escrito, del mismo modo que la puntuación ortográfica no coincidía con las pausas reales del lector), o se trata del uso de recursos expresivos (expresivos. no técnicos, aunque ambas cosas vayan unidas), como puede ser la limitación en el empleo del vibrato, o el vibrato empleado como adorno, vibrato digital.

¿Se puede interpretar satisfactoriamente la música barroca prescindiendo de estos dos grandes puntos? Ya lo creo que sí, y así lo vienen haciendo I Musici desde hace veinticinco años, con triunfos en todo el mundo. Si queremos ser justos, hemos de reconocer con agradecimiento la inmensa labor de estos músicos, que en una época en que el barroco era una selva desconocida dieron a conocer una gran cantidad de música olvidada, siempre con un buen gusto y una sobriedad que contrastaba con la rigidez exasperante que imperaba en la interpretación musical dieciochesca, y sin caer en falsos principios «puristas», como podía ser la ausencia de contrastes dinámicos.

Indudablemente se puede hacer barroco y buen barroco con estos principios, pero creo que habría que añadir que no «cualquier» barroco. Si nos fijamos en el repertorio de las orquestas que utilizan estos principios interpretativos, veremos que la mayor parte del mismo va de Albinoni en adelante, es decir, que rara vez incluye conciertos prevenecianos, y aquí es donde está la cuestión: el con cierto veneciano supone un inmenso avance hacia lo que van a ser las formas clásicas, de modo que es perfectamente factible tocar a Vivaldi, Haendel, Bach o Telemann con criterios muy parecidos a los de Haydn,

Aunque I Musici hacen gala de virtuosismo, gusto y sobriedad, podemos echar en falta justamente un punto de exageración, de dramatismo (el concierto de Vivaldi no se puede entender sin la ópera), que se contradiría con dichos principios clásicos. No olvidemos las palabras de Marin Mersenne: «Los italianos representan tanto como pueden las pasiones y sentimientos de su alma y espíritu». Resulta así paradójico que una orquesta tan especializada en barroco como ésta toque más a gusto, con mayor lógica y estilo, la única obra no barroca del programa: la sinfonía concertante para violín y viola del mannheimiano Karl-Stamitz. Por ello creo que sería conveniente que orquestas como I Musici revisaran de algún modo sus principios estéticos, ya que no los técnicos; el no evolucionar es el mayor peligro para estos conjuntos. por lo demás admirables.

I Musici nos asombra, como siempre, por la perfección de sus instrumentistas, créme de la excelente escuela de cuerda italiana. En especial la cuerda aguda (al frente de la cual tuvimos a la admirable Pina Carmirelli) se mantiene espléndida. Tal vez cabría mejorar el equilibrio sonoro del conjunto, y sin duda sería altamente beneficioso el colocar el clave junto a la cuerda grave, y no en la otra punta del escenario, donde se convierte en aditamento perfectamente innecesario.

Además de la citada obra de Stamitz pudimos escuchar una muy buena versión del hipotético concierto para tres violines de Bach (reconstruido a partir de uno para tres claves), así como una sinfonía y tres conciertos de Vivaldi, uno de ellos (RV 420) para violonchelo, desigualmente tocado por Francesco Strano.

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