_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Separatismo energético

La Comisaría de la Energía, organismo de la Administración Central del Estado, dependiente del Ministerio de Industria y Energía, se dedica a la práctica de un singular separatismo. Hace unos días, un nuevo gabinete de imagen de este organismo enviaba a toda la prensa un comunicado en el que se decía que el País Vasco sólo produce el 1,18 % de la energía que consume. Naturalmente, tan tendenciosa información sólo ha podido tener un destinatario: el cesto de los papeles. Al menos, en este periódico.Sabemos que la política la hacen los políticos, pero desconocíamos las aficiones, separatistas de un organismo técnico de la Administración que, con dinero del Estado (contribuyentes vascos incluidos), se dedica a financiar campañas de desprestigio contra un pueblo sobre el que ya pesan bastantes quebraderos de cabeza como para que ahora se le añada uno más: el de recordarle que no puede pedir la independencia porque se quedaría sin luz. ¿Acaso -podrían responder los vascos- no se puede comprar la electricidad en Burdeos, en vez de hacerlo en Salamanca? Seguro que les salía más barato.

Mientras señores como Guerra, Abril y otros se esfuerzan por darle al pueblo vasco y a su más representativo grupo político, el PNV, una nueva vía de integración sin trauma ni humillaciones en la España democrática, la Comisaría de la Energía trata de arrinconar a este pueblo en las lúgubres épocas de los años cuarenta, cuando además de tinieblas y represión se racionaba la electricidad.

Nos gustaría que el máximo responsable del Ministerio de Industria, vasco de adopción, y cuyo amor a este pueblo excepcional nos consta, explicara públicamente los siniestros y oscurantistas propósitos de alguno de sus subordinados.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_