Las exportaciones de armas

EL GOBIERNO debe someter a control del Parlamento las exportaciones españolas de armas. Los primeros partidos políticos con representación parlamentaria, desde la izquierda hasta la derecha, coinciden sin matices en esta idea que llega alas esferas del poder con más de un año de retraso desde el nacimiento de la democracia parlamentaria española y gracias a la actitud de denuncia de varios medios de comunicación social.Ha sido necesárÍo que se descubran los envíos de armas españolas a Marruecos, Nicaragua y Chile (permanecen en el secreto exportaciones a otras dictaduras latinoamericanas) para que las fuerzas políticas exijan al Gobierno un control parlamentario de este comercio que sobrepasa los simples límites de lo mercantil y que entra de lleno en los ámbitos político y militar. Durante los últimos dieciséis meses y sobre todo en los años de la dictadura, la Junta de Exportación de Armamento, en la que están representados los ministerios de Defensa, Asuntos Exteriores, Comercio e Industria, no ha modificado, que se sepa, sus criterios sobre las ventas de armas de acuerdo con los principios democráticos que regulan hoy la vida política. Criterios que deben tener en cuenta la defensa de los derechos humanos en el mundo indiscriminadamente, -como lo destacan todos los partidos políticos-, de acuerdo con las propias palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, ante las Naciones Unidas.

Se entiende difícilmente que España mantenga el bloqueo de ventas de armas al Magreb, Suráfrica y Rodesia y que dé luz verde a exportaciones destinadas a Chile o Nicaragua. Aquí urge una homologación de los permisos de exportación y ello con la mayor urgencia.

También se hace necesario un mayor control de las empresas productoras y exportadoras de armamento. El desvío del tráfico de armas es frecuente en el comercio internacional y ahí está el aún misterioso caso del buque español Allul como último ejemplo de este comiprcio negro. Justo es que España busque en la producción de armamento su autoabastecimiento para mantener los niveles adecuados en la defensa nacional, peróel mantenimiento de nuestra industria de guerra nunca puede justificarse con la venta de armas a países en conflicto y a los que violan los derechos humanos sistemáticamente.