Los fosfatos y las bebidas con cola, causas de criminalidad juvenil
Una farmacéutica alemana, la señora Hertha Hafer, acaba de presentar un libro que se anticipa como muy polémico, a pesar de su título casi magistral: La alimentación a base de fosfatos como causa de las anomalías de conducta y la criminalidad juvenil. La obra tiene como gran valor el haber sido elaborada partiendo de un caso personal, mediante observaciones sobre la vida del hijo de la autora. La conclusión última es esta: algunos alimentos, y especialmente algunas bebidas, que consumen habitualmente los menores, son auténticos venenos. Entre las bebidas, algunos nombres clave: Coca-Cola, Pepsi-Cola, Fanta.Un día invernal del año pasado dos hermanos, de 15 y 18 años, de Maguncia, asesinaban a una prima en esta ciudad mientras se tomaban una Coca-Cola. Al interrogarles la policía declararon que se sintieron movidos por una furia repentina. Según ellos, habían añadido unas gotas de licor a la bebida refrescante. Como este caso cabría reseñar otros muchos.
La señora Hafer estudió fenómenos parecidos, especialmente el de su propio hijo. El muchacho, Herfried, que tiene ahora 17 años, pasó como un pedrisco por colegios, hogares para niños inadaptados y clínicas. Durante diez años el indomable Herfried destrozó todo lo que le caía al paso, sublevó a sus compañeros, consumió tabletas tranquilizantes que su madre o los médicos le iban prescribiendo. Al final, su madre, Hertha, decidió investigar por su cuenta. Y concluyó que la violencia de su hijo era especialmente, aguda tras ingerir una botella de Coca o algún alimento especialmente rico en fosfatos. A esta observación la llevó un artículo de la revista Newsweek. Según esta información, se había observado en Estados Unidos que un colorante que se añadía a los «perritos calientes» actuaba como droga entre la juventud norteamericana. La señora Hafer pensó que también podría actuar otra causa como determinante de conductas asociales de la juventud alemana, ya que en este país está regulado estrechamente el uso de tales sustancias. Tras varias semanas, llegó a la conclusión de que era precisamente la alimentación la causa de las irregularidades de conducta de su hijo. Inmediatamente comenzó el envío de cartas a ministerios y centros de investigación de la República Federal, hasta que al fin llegó una respuesta. Nadie, excepto un remitente, parecía creer que los fósfatos, una sustancia natural y necesaria, podría causar tales efectos.
El pasado 14 de junio, Hertha Hafer recibía respuesta de la Oficina de Salud de Berlín, en la que se le comunicaba que había procedido a experimentar en laboratorio sobre sus observaciones. Poco después, varios médicos hacían públicas sus conclusiones, tras un rápido período de observación: efectivamente, en algunos productos se observaba una cantidad excesiva de fosfatos, que, casualmente, generaban conductas sumamente irritables en quienes los ingerían habitualmente. Concretamente se citaban cuatro: algunos tipos de salchichas y de queso, todas las bebidas a base de cola y algunos helados.
En lo que todos, la autora del libro y los doctores que han realizado la experiencia, están de acuerdo es en atribuir el suscitar un alto índice de irritabilidad a estas bebidas carbónicas entre los menores que las consumen habitualmente. Un primer análisis que ofrece esta semana la revista Stern habla de un millón de niños alemanes alérgicos a la Coca-Cola y derivados, alergia que se manifiesta en forma de una irritabilidad sin causa.
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