_
_
_
_
_
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ernst Haas

Ernst Haas. Así definía su trabajo Ernst Haas, uno de los fotógrafos más importantes de nuestro tiempo, en una entrevista publicada en 1976 como prólogo a su libro -ensayos prefiere llamarles Haas- sobre Alemania:«El reportero es un deportista que, relajado, con el cuello de la camisa abierto, corre detrás de lo que pasa, quiere atrapar los sucesos, recoger las noticias, informar. No obstante, le diré francamente que la realidad no me interesa. Mis problemas son de orden artístico. Son más bien problemas de pintor, porque yo soy pintor, un pintor que no tiene paciencia para pintar, por esto fue por lo que me hice fotógrafo. Deseo una imagen que lo diga todo, sin una palabra. Esta es la razón por la que no me gusta que haya textos bajo las fotografías.»

La Photogalería, Plaza de la República Argentina, 2

Núñez de Balboa, 37

Esta óptica de pintor de la que habla Haas es particularmente evidente en sus ensayos sobre Nueva York, París, Grecia y, sobre todo, en el más conocido de ellos, La Creación, que en 1958 le sirvió para ser votado como uno de los mayores fotógrafos vivos en una encuesta realizada por la revista Popular Photography.

Sin embargo, las fotografías que actualmente se exponen en Madrid no forman parte de ninguno de estos trabajos, sino que pertenecen al primer reportaje fotográfico que realizara Haas, la serie Viena 1946; Fin y Principio. En aquellos años Haas, obviamente, no había desarrollado todavía su peculiar forma de hacer y entender la fotografia. Pero ello no es óbice para que nos encontremos con un reportaje modélico en su género. Una disección descarnada de la Viena de la posguerra, su ciudad natal, en la que los supervivientes, vagan como fantasmas entre las ruinas y los escombros, castigados por las secuelas de la guerra: la miseria, el hambre, el desabastecimiento, el mercado negro, la inseguridad y la desesperanza. La vida sigue, parece querer decirnos Haas, y el principio siempre viene después del final, cavando sus cimientos sobre los cadáveres de los millones de muertos y el recuerdo de miles de desaparecidos. De esta Viena tuvimos ocasión hace poco tiempo de ver otro importante testirnonio. Me refiero a la pelicula «El tercer hombre», de Carol Reed, repuesta por televisión hace unos meses. A pesar de las evidentes diferencias entre ambos trabajos, no deja de haber entre ellos coincidencias que van más allá del año y el lugar. Sobre todo, esa puesta en escena enfática, casi tremendista, pero que nos vale, que nos sirve, porque en ocasiones no lo es más que la propia vida.

Sálomon comparaba la psicología del reportero con la del cazador. No se trata sólo de estar en el sitio oportuno en el momento oportuno, sino, fundamentalmente, de saber estar. Pasar inadvertido, trabajar silenciosamente, pacientemente, ver sin ser visto, sin llamar la atención, oculto o, cuando menos, disimulado. El fallo más mínimo puede espantar la caza. Porque lo que importa en estos casos no es tanto la nitidez de la imagen como su oportunidad, el saber dispararjusto a tiempo. No se busca la pose, sino la expresión: recoger ese instante único que quizá nunca más se vuelva a repetir. Sálomon Hass y muchos más supieron estar y nosotros no podemos menos que agradecérselo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_