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Callaghan desafía al laborismo para salvar su política salarial

El Gobierno británico aplicará su política de restricción de aumentos salariales con o sin el apoyo de los sindicatos y a pesar de la profunda división suscitada por el tema en el Partido Laborista. Este es en síntesis el esperado mensaje del primer ministro a los 3.000 delegados que asisten en Blackpool a la conferencia anual del partido gobernante.

Callaghan, que empleó un tono desafiante y esquivó en su discurso cualquier referencia a su posible dimisión, abrió sin embargo una puerta al entendimiento con los trabajadores al anunciar que su Gobierno está dispuesto a apoyar las negociaciones en que un aumento salarial por encima del permitido 5% se obtenga como consecuencia de acuerdos para incrementar la productividad. Esta especie de vía intermedia se concretará en próximas reuniones de los responsables de la política económica y los líderes sindicales.El primer ministro dijo que el control de la inflación es su compromiso básico con el país y como tal ha de mantenerse por el medio que sea. Cargando por anticipado en la cuenta de los sindicatos su cuota de responsabilidad, Callaghan anunció que el Gobierno está dispuesto, para que su estrategia no naufrague, a tomar medidas de política monetaria que reducirán el dinero en circulación, causarán a las empresas problemas de liquidez y, en consecuencia, redundarán en un estancamiento de los niveles salariales y un aumento del desempleo. El jefe del Gabinete, que sugirió también la imposibilidad de poner en práctica determinados recortes impositivos, no entró sin embargo en el análisis de la fulminante repercusión electoral para el laborismo de semejante programa.

Hora crucial para el laborismo

Callaghan añadió que la actual conferencia «se desarrolla en uno de los momentos más cruciales de la historia del partido» y, ya en tono preelectoral, se mostró confiado en su permanencia en Downing Street «para presentar un enérgico y creativo desafío socialista a todas aquellas fuerzas que perpetúan la injusticia, la división de clases, la intolerancia racial y la pobreza, y lesionan la verdadera libertad del individuo para desarrollar plenamente sus cualidades».Los medios políticos e informativos consultados por este periódico, sin embargo, coinciden en señalar que por debajo de la aparente confianza exhibida por el premier late la profunda incertidumbre del Gobierno sobre su verdadera capacidad para mantener bajo control las reivindicaciones sindicales. El rechazo masivo de la política salarial del 5% el lunes en Blackpool es sin duda el más serio y humillante revés sufrido por Callaghan como primer ministro y sus consecuencias están todavía por verse. La credibilidad del líder laborista no tiene ahora otra vía de afirmación que el desafío a los sindicatos, con cuya cooperación el partido gobernante se ha jactado siempre de contar, y la confrontación con un amplio sector de su propio partido.

Este doble foso abierto ante Callaghan hace virtualmente imposible para el Labour, a medio plazo, la conducción de una campaña electoral firme y coherente y, a corto plazo, durante los próximos tres meses, la brecha abierta en Blackpool va a ser utilizada por casi dos millones de trabajadores, incluidos los mineros, para forzar aumentos de sus ingresos de entre el 30 y el 50%. El reto asumido por el jefe del Gobierno es de los que exigen autoridad e imaginación.

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