"Love story" proletaria

Luigi Comencini, realizador italiano, es bien conocido por los espectadores de nuestra televisión, por los niños sobre todo, pues hace poco relativamente conocieron de él Las aventuras de Pinocho. Autor prolífico, dedicado al cine desde muy joven, es lo que en el mundo del espectáculo se llama un «excelente profesional», lo cual no le ha impedido, sin embargo, llevar a cabo obras que, descubriendo estilos nuevos, llevaron a discípulos suyos a ampliar, vulgarizándola a veces, la temática de sus mejores éxitos. Así Pan, amor y fantasía, que supuso el inicio de una serie de historias aún recordadas en las que la actriz italiana de moda cada año y el inevitable Vittorio de Sica daban forma a una nueva versión de comedia popular en la que se mezclaban hábilmente un costumbrismo alegre con la sátira benevolente de que Comencini hace gala en muchas de sus obras.Todos a casa y La mujer del domingo continúan en cierto modo esta vena entre cómica y amarga que Delito de amor parece continuar ahora. Entre el neorrealismo, el alegato social y el melodrama con anotaciones ecológicas acerca de la destrucción por la industria de villas y ciudades, va esta historia, que recuerda, a su manera, los viejos temas de los años cincuenta actualizados.

Si Comencini se hubiera limitado a filmar sólo la primera parte, la película resultaría válida. El amor entre Nullo y Carmela, en los suburbios de Milán, enfrentados por ideas y costumbres, mantiene en pie el guión, ayudado por un humor sincero que luce a ratos en los momentos oportunos. Sin embargo, cuando este mismo guión, no se sabe bien si de un modo consciente o no, toma los derroteros de una love story, proletaria, la acción se aleja por los caminos de lo inverosímil, sobre todo en la boda final.

Filmado en las afueras de un Milán fantasmal, entre fábricas y viejas casas donde viven los emigrantes del Sur, incluye secuencias de auténtico valor poético, como el encuentro de los protagonistas a orillas del río que conoció la juventud de Nullo, ahora contaminado por los detritus de las fábricas. Ugo Pirro, el conocido escritor y guionista, habitual colaborador de Petri en cine, firma en esta ocasión con el realizador Comencini esta historia, en la que descuella, junto a la veteranía de Giuliano Gemma, el encanto y fotogenia de Stefanía Sandrelli, que sabe combinar muy exactamente los recursos tradicionales del drama y la comedia.