"Sonámbulos" la pesadilla del franquismo
Manuel Gutiérrez Aragón, uno de nuestros guionistas y realizadores más imaginativos, estrenó anoche en Madrid su tercer largometraje, Sonámbulos, que acaba de recibir el premio a la mejor dirección en él Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Su itinerario cinematográfico ha estado presidido por la riqueza conceptual de sus guiones, nacidos de ideas lúcidas que reflejan la complejidad ético-existencial del hombre de nuestro tiempo. En sus obras anteriores, Habla mudita era el lenguaje como forma de dominación; en Camada negra, una reflexión sobre el heroísmo, y en Sonámbulos, la comunicación ideológica entre dos personas frente a su posición personal.El realizador comenta el punto de partida de Sonámbulos. «Hay dos puntos de partida. Uno es histórico: en los años setenta ocurrió un acontecimiento que me impresionó mucho. En unteatro de Madrid -María Guerrero-, durante el proceso de Burgos, un grupo de actores hizo una protesta durante la representación de una obra de Strindberg; las obras de este autor son terriblemente destructoras, pues durante esa destrucción mítica se estaba protestando, desde un palco ocupado por actores, de una destrucción concreta: la vida de unas personas que estaban siendo juzgadas en Burgos militarmente por oscuros motivos políticos. Esto me sugirió que el espectáculo estaba en ese palco más que en el escenario, de ahí partió Sonámbulos. Nació de esa imagen del teatro pero también de algo que siempre me ha perturbado muchísimo y es que con determinadas cosas o actuaciones uno puede estar de acuerdo ideológicamente y sin embargo puedes tener oposiciones personales que entran en tensión con las opciones colectivas. Para explicarme y explicar la película: los personajes de Ana Belén y Rosa Salgado están de acuerdo en salvar la vida a otras personas, en militar en el mismo partido político; esto les proporciona un paraguas ideológico similar, pero, no obstante, vitalmente, están enfrentadas, si quieres porque son madre e hija, aunque se quieran. Sobre estas columnas se construyó Sonámbulos. Una especulación puramente intelectual y otra casi histórica.»
El desarrollo de esta anécdota-historia tiene su narración en la película, cuyo título aparece enigmático.
«Siendo una película muy difícil, desde el punto de vista expresivo, perseguía que fuera un filme narrativo a pesar de esas dificultades; es decir, que fuera una película que se podría contar que no sólo pudiera ser contemplada como un cuadro o como una sucesión de imágenes más o menos inconexas, sino que fuera narrativa. Dando una interpretación muy somera de la película, huyendo- de explicaciones, diría que para nosotros -mí generación- el franquismo fue una larguísima pesadilla, donde hacíamos las cosas de las pesadillas. Y en este sentido eran unas acciones un tanto irreales puesto que respondían a esa pesadilla. Igual que las tinieblas no existen que es «la falta de luz» -si me permite la cita agustiniana-, o que el mal no existe porque no se puede definir sólo una falta de bien, así las cosas que, hacíamos bajo el franquismo eran irreales porque respondían a ese mal que era la dictadura de Franco.»
Sobre el título de Sonámbulos quizá los años del franquismo fueron una larga pesadilla en la que actuábamos como se actúa en los sueños. Sabes que todo es cierto -la crueldad, el miedo, la humillación-, pero también sabes que todo es mentira porque se trata de una realidad.falsa. Y todo lo que haces, incluso revolucionario o clandestino, heroico o resistente, es, por la misma razón, mentira también, o al menos, una falsa realidad, porque forma parte de la misma pesadilla. Una pesadilla en la que despertarse significa la muerte. »
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