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Un español dirigía desde Madrid la red de espionaje japonesa

Un español, cuyo apellido o «nombre de guerra» consta aparentemente de siete letras y que tenía fácil acceso a las autoridades franquistas de la época, aparece como la figura clave en el asunto de la red To de espionaje a favor de Japón durante la segunda guerra mundial, según documentos de los archivos nacionales de Estados Unidos.Este personaje era el jefe, en Madrid, de la citada organización y la principal fuente de información del ministro consejero de la legación diplomática japonesa, Suma, según se deduce de los citados documentos, que fueron desclasificados como secretos por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).

Esta agencia interceptó y descifró durante buena parte de la guerra mundial los cables secretos de las embajadas japonesas. Al hacer públicos los documentos de esa época, la NSA borró, sin embargo, muchos nombres de ellos, incluido el del jefe de la red de espías To. Aparentemente es extraño que la NSA proteja así la identidad de una persona que fue su enemigo en la guerra mundial. Comparando el espacio borrado en los documentos con los espacios de máquina de otras líneas, puede advertirse que el nombre en cuestión consta de siete letras.

Del material consultado por EL PAÍS en los archivos nacionales se desprende que el jefe de la red de espías intentó enviar, en julio de 1943, varios periodistas españoles a América Latina para que enviaran informes sobre el curso de la guerra.

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Tres periódicos de Madrid colaboraron con la red de espionaje japonesa

(Viene de primera página)

En el mes indicado, los japoneses perdieron sus comunicaciones por radio con Argentina y, a través del encargado de negocios de su legación diplomática en Madrid, pidieron que se enviaran periodistas españoles a nueve países de Latinoamérica para que recogieran información de interés y la enviaran, cifrada, a la cabecera de la red en Madrid.

Los países por los que se interesaban los japoneses eran los siguientes: México, Guatemala, Panamá, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela.

- El ministro consejero Suma informó a Tokio el 13 de julio de 1943 (informe que fue interceptado y descifrado por la NSA) de que mediante los «buenos oficios» del misterioso jefe de la red de espías había conseguido que tres diarios madrileños, dos vespertinos y un matutino, accedieran a enviar corresponsales a esos países y que saldrían para Buenos Aires a finales de ese mes.

El cable secreto de la legación japonesa añade que los periodistas españoles serían probablemente enviados a Buenos Aires, Río de Janeiro y Santiago de Chile, pero que en caso de viajar después a Estados Unidos sería conveniente que lo hicieran a Los Angeles o San Francisco, porque ya existen «enviados especiales» en Washington y Nueva York. El espionaje norteamericano comenta entre paréntesis que Suma se refiere a agentes de la «To». Sin embargo, los periódicos en cuestión se mostraron reacios a enviar a sus periodistas a la costa oeste norteamericana.

Suma añade que los enviados especiales enviarán también «comunicaciones secretas» a Madrid y que otra de sus misiones será la de mandar periódicos y revistas de importancia a una organización en Madrid que la NSA identifica como Hispanidad Society, y que dice estaba dominada por la Falange, y cuyo propósito era restablecer la «unidad» o la «identidad» entre España y los países de habla hispana de América Latina.

Pero el diplomático japonés indica en su cable que los periódicos, no tienen dinero para pagar los gastos de sus enviados especiales y que éstos deberán ser sufragados totalmente por Japón.

La respuesta del ministro de Asuntos Exteriores de Japón, Shigemitsu, fue interceptada, asimismo, por la agencia de espionaje norteamericana y se recoge así en los documentos, cuyas fotocopias obran en poder de EL PAÍS: «Acabo de leer su telegrama. Usted debe creerse que estamos hechos de dinero. Por supuesto que no tenemos dinero para ir tirándolo. A mí también me gustaría que se llevara a cabo el plan como usted lo sugiere, pero si lo hiciéramos así se vería usted falto de fondos en muchos otros campos de su trabajo.»

El ministro Shigemitsu aconseja entonces que se envíe sólo a un corresponsal, de un diario vespertino, al que anteriores comunicaciones han definido como «un joven y capaz corresponsal», y que se le encargue encontrar españoles en Buenos Aires, Río de Janeiro y otros puntos que puedan servir de corresponsales provisionalmente.

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