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En recuerdo de Robert Kennedy

Juan Cruz

ENVIADO ESPECIAL, Robert Kennedy, candidato demócrata a la presidencia norteamericana, asesinado en 1968 mientras hacía su campaña electoral, es para los estadounidenses de la década que ha seguido como un símbolo perdido, una esperanza que se acabó un 6 de junio de 1968, a la una y cuarenta y cuatro minutos de la madrugada.Diez años más tarde, una joven cineasta, Barbara Frank, ha decidido sacar de sus archivos el único filme independiente que se hizo de aquella campaña electoral y de aquella muerte. De manera casi clandestina, Barbara Frank se unió a la comitiva oficial de Robert Kennedy y filmó frenéticamente. Ella estaba segura, dice ahora, de que ese viaje a California, donde Robert Kennedy iba a ser asesinado, sería decisivo para la historia de su país. El resultado de su intuición ha sido un drama político de una gran intensidad, que mantiene al espectador atado a su butaca conteniendo la respiración, la rabia.

Barbara Frank guardó este filme, que ha sido presentado ahora en el Festival de Deauville, porque quería constatar la repercusión que en la evolución de los norteamericanos tenía aquel asesinato. Hoy, todavía, en las casas de los americanos que vivieron la década anterior, tres fotos de asesinados resumen una frustración histórica: los retratos de John Kennedy, Martín Lutero King y Robert Kennedy.

En los juzgados y en el parlamento, el país con la policía más avezada vigilante y temida del mundo sigue investigando por qué murieron los tres.

El documento de Barbara Frank se inicia con la pregunta de un periodista de California al candidato presidencial. ¿Qué va a hacer Robert Kennedy - quiere saber el periodista- con la manía nacional de llevar armas? Robert Kennedy, un excelente actor, asegura que, entre otras, va a acabar con esa manía. A partir de entonces, el filme gana la tensión propia de las películas de acción política, donde el argumento y el desenlace se conocen y a pesar de ello el suspense permanece. Un ejemplo de esa capacidad para hacer de una historia política un drama singular fue, por ejemplo, Estado de sitio, de Costa Gavras. De alguna manera, el azar aproximó a Bárbara Frank a Costa Gavras en este filme.

The last campaing (La última campaña), que es como se titula el filme, no es sólo una película histórica, a pesar de que sus personajes son reales y todas las situaciones están registradas sin que se produjera ninguna manipulación efectista posterior. Es, sobre todo, una película. Para Barbara Frank, según nos dijo ella en Deauville, no hay filmes ficticios ni filmes históricos.

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