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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Madrid-Caracas

EL VIAJE a Venezuela del Presidente Suárez ha sido calificado como de consolidación de las buenas relaciones que ya existen entre Madrid y Caracas. Relaciones que se han desarrollado de manera espectacular en los dos últimos años, como lo han mostrado las dos visitas que efectuaron a Venezuela los Reyes de España, en octubre de 1976 y en septiembre del año siguiente, y la que el presidente Carlos Andrés Pérez hizo a España en noviembre de 1976.En el terreno económico, las relaciones hispano-venezolanas crecen a un ritmo medio interanual del 57,6%. Se trata de nuestro principal interlocutor económico en el continente latinoamericano, con el cual, además, la balanza comercial es favorable a España, con un saldo en 1977 ligeramente superior a los 10.000 millones de pesetas. En el citado año, España exportó a Venezuela por valor de un poco más de 18.000 millones, sobre todo en libros, folletos, vehículos automóviles y máquinas herramientas. E importó por algo más de 7.000 millones, sobre todo petróleo y minerales metalúrgicos. En el comercio exterior de cada país, el comercio hispano -venezolano supone para Caracas el 1,14% de las exportaciones y él 2,38% de las importaciones. A la inversa, para España supone el 0,53% de las importaciones y el 2,35 % de las exportaciones.

Es preciso además tener en cuenta que las inversiones españolas en Venezuela han crecido en los últimos meses a un ritmo excepcional. España participa en un consorcio con Canadá y Venezuela para la construcción de un ferrocarril, con una inversión total de 85.000 millones de pesetas, en los que la intervención española es del 43 %. Pegaso ha recibido la concesión de montar una fábrica de motores superiores a 180 caballos de vapor; Astilleros Españoles forma parte de una empresa de fabricación naval, con una inversión de 22.000 millones, y España interviene también en la construcción de una red frigorífica. Al mismo tiempo, los horizontes que se abren para las empresas españolas son muy optimistas, sobre todo en la petroquímica, metalmecánica y naval. Personal técnico venezolano recibe formación en España, y hay en curso negociaciones para la posible participación española en una planta de neumáticos y en otra de polietileno. Hay, por último, proyectos de acuerdos ya preparados, que posiblemente se firmen, al menos en parte, durante este viaje del presidente Suárez: uno cultural, otro de doble imposición marítimo-aérea, y de cooperación en energía atómica y pesca, así como un nuevo acuerdo petrolero. No hay que olvidar que Venezuela es el tercer país productor de petróleo del mundo y el primer exportador.

Pero si las perspectivas económicas hispano-venezolanas se añaden a las realidades ya existentes, el viaje del presidente Suárez reviste, asimismo, una vertiente política concreta. El hecho de que Adolfo Suárez, aparte de sus contactos con el presidente y el Gobierno venezolanos, se entreviste con los dos candidatos a la presidencia, señores Piñerua, por Acción Democrática, el partido actualmente en el poder, y Campins, de la COPEI, democristiana, muestra que en todo caso la voluntad de continuidades evidente.

En resumidas cuentas, puede decirse que las relaciones entre Madrid y Caracas son privilegiadas, y en todo caso constituyen una auténtica punta de lanza en las existentes entre España y el continente que habla su lengua. Venezuela, al mismo tiempo, es un oasis democrático en Latinoamerica, uno de los pocos regímenes estables respetuosos con las libertades públicas -y eso desde la caída de Marcos Pérez Jiménez, en 1958, esto es, desde hace veinte años- que quedan en el continente.

Otra posibilidad de la que se ha hablado con motivo de este viaje es la posible articulación de una presencia española en el Pacto Andino, que relaciona estrechamente Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia. Esta presencia, que no puede ser evidentemente la de un miembro más, pero que puede revestir un carácter de observador o simplemente parar unos acuerdos económicos bien estudiados y estructurados, podría ser capital para el futuro de las relaciones de España con el continente suramericano y con las del resto del mundo al mismo tiempo.

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