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Galdós, un testigo de excepción de su tiempo

De los masones al folletín, en el II Congreso Galdosiano

Dentro de la variedad temática de un encuentro monográfico de especialistas, algunas ponencias presentadas en el II Congreso Internacional Galdosiano, que hoy se clausura en la Casa de Colón, de Las Palmas de Gran Canaria, presentan aspectos más generales a partir de la obra literaria de Benito Pérez Galdós y de su entorno sociohistórico. Este tipo de comunicaciones ofrecen un material de estudio para situar las relaciones del escritor con su sociedad, un capitulo de la sociología de la literatura que proyecta en el lector, una visión más completa del creador de ficción.

La masonería, como tema galdosiano, fue la aportación del profesor José A. Ferrer, de la Universidad de Zaragoza. A través de las dos primeras series de los Episodios, como fuente de información y como transposición histórica, hizo referencia a los orígenes de la masonería española, la aparición de las sociedades secretas, su difusión y su comparación con la masonería extranjera. El ponente analizó a los masones, vistos por el pueblo y por sí mismos en los personajes de la primera parte. Al tratar la segunda se detuvo en el Rey José, el Grande Oriente, y los Cien Mil Hijos de San Luis, con descripciones de sus terminologías, ceremonias, simbolismos y finalidad política.Si el tema de la educación aparece en casi toda la obra de Galdós, la profesora María del Prado Escobar subrayó la preocupación pedagógica de don Benito, en especial, la educación de la mujer española de su tiempo, compartida por su contemporáneo y amigo Giner de los Ríos, empeñados en elevar el nivel cultural de los españoles. En su ponencia se apoyó en las opiniones expresadas por dos de sus heroínas novelescas, Irene, protagonista del El amigo manso, y Tristana, personaje que dio título a la novela, así como a la formación que recibían las nietas del conde de Albrit, en El abuelo.

En la amplia bibliografía galdosiana, los investigadores. realizan nuevas penetraciones para ofrecer otros enfoques, insistir en temas poco conocidos e incluso descubrir algún material inédito. La casa-museo Pérez Galdós, en Las Palmas, todavía es lugar de cita de estudio.

El profesor Charles David Ley persigue la correspondencia entre Galdós y Tolstoi a partir de una fotografía del novelista ruso existente en el museo y fechada en San Petersburgo, cartas que hasta ahora no se han encontrado, ni tampoco figuran en el museo Tolstoi, de Moscú. Una posibilidad de hallazgo se dirige hacia la biblioteca de doña Emilia Pardo Bazán, que se conserva en el Pazo de Meirás. En su ponencia analizó un tema apenas comentado, como la traducción de Galdós de las Aventuras de Pickwick, de Dickens, publicado sin su firma en el folletín del periódico madrileño La Nación, diario progresista, en 1898, comentando las habilidades del novelista para hacer una traducción personal y viva.

A partir de las pruebas corregidas de la novela Fortunata y Jacinta, cuya versión cinematográfica, de Angelino Fons, fue vista por los congresistas, el profesor James Whiston recorrió los cambios realizados por su autor en las galeradas, con variaciones en los nombres de las personajes y nuevas frases, para evitar el lenguaje monótono, facilidades que no permitiría ningún editor de hoy.

Un descubrimiento en torno a Galdós, esta vez localizado en la Hemeroteca Municipal de Madrid, va a ser dado a conocer esta tarde por el profesor Rodolfo Cardona, de la Universidad de Boston, y director de los Anales Galdosianos, publicación fundada en 1965 con el apoyo de universidades norteamericanas y la actual del Cabildo Insular. Se trata de un Boletín Pérez Galdós que editaba el grupo escolar del mismo nombre en Madrid en los años treinta. El último número data de enero de 1935. Tenía la intención de ser un medio escolar que llegara a las familias y a los niños de Hispanoamérica.

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