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Bronca justificada por un toro indecoroso

La feria terminó como eÍmpezó, con broncas. Pero si la del sábado no tenía justificación, esta del domingo fuemás que justa. El sexto de la tarde, un toro terciado, estaba cojo y s ospechosamente afeitado. El público protestó con fuerza y arrojó botes de cerveza; el presidente, imperturbable, mantuvo el toro en el ruedo.Los toros de la Viudad de Diego Garrido, excepción del mencionado sexto, han tenido presencia y nobleza. La lástima ha sido su poca fuerza, pues tercero, cuarto y quinto acudieron al caballo con alegría y bravura. Cuarto y quinto, coloraos, lucieron unabella estampa.

Chucho Solórzano no acabó de confiarse con el capote, junto a lances templados, intercalaba otros embarullados. El mexicano no cabe duda que sabe torear y además es elegante, pero está muy justo de valor y transmite a los tendidos su desconfianza. Con el primero comenzó la faena con unos toreros muletazos por bajo, y templados derechazos, para desconfiarse luego y acabar a la deriva. El cuarto fue banderilleado sin haberse cambiado el tercio; el animal tenía casta y Solórzano no se acopló. En unos muletazos codilleaba y en otros toreaba despegado, rematando los pases hacia fuera. De todos modos, este torero tiene personalidad y está muy lejos del toreo retorcido y bullanguero de los mexicanos que allí pasan por figuras.

Plaza de Alcalá de Henares: última de feria

Toros de la Viuda de Diego Garrido: bien presentados; el sexto, muyterciado; sin fuerzasy nobles. Chucho Solórzano: pinchazo, estocada tendida y descabello (silencio). Estocada rinconera (algunos pitos). Manolo Cortés: pinchazo hondo y descabello (oreja). Pinchazo y estocada rinconera (palmas y saludos). Niño de Aranjuez: estocada baja (dos orejas). Cinco pinchazos (aviso), un pinchazo y bajonazo (palmas y bronca).

Manolo Cortés estuvo correcto y frío con el capote. Al segundo le hizo una faena aseada; limpios muletazos sobre ambas manos, pero faltó un punto más de sentimiento. Lo más torero de su labor fueron los cambios de mano con que cerró las series. El quinto se vino abajo en la muleta y Cortés no pasó de voluntarioso.

El Niño de Aranjuez, con el capote largó mucha tela y no se centró. Al tercero le hizo una faena variada, con pases de cierta calidad. Abusó del pico con la derecha y el trasteo en general adoleció de mando; el toro salía a su aire de cada muletazo. Lo mejor de la faena, unos ayudados con los que finalizó. Al sexto, lo muleteó entre una incesante bronca; a parte la condición del toro, la faena tuvo temple y gusto. Al no tener lógicamente eco en el público, se alivió al matar.

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