Xabier Izko niega haber asesinado al inspector Manzanas
Xabier Izko, principal acusado en el juicio de Burgos de diciembre de 1970, niega haber sido el autor material de los disparos que acabaron, el 2 ole agosto de 1968, con la vida del inspector Manzanas. «Aquel día -recuerda Izko en una entrevista publicada ayer en el diario Egin con motivo del décimo aniversario del atentado-, yo estaba en el otro lado (País Vascofrancés) y con un tobillo roto.» En el transcurso del proceso, el abogado de lzko, José Antonio Etxebarrieta, intentó demostral con el apoyo de los correspondientes ceirtificados médicos, la imposibi lidad de que su defendido hubiera podido participar en el atentado en aquellas condiciones. El tribunal condenaría, sin embargo, a Izko a dos penas de muerte, que serían posteriormente conmutadas.
En un primer momento, la viuda e hija de Melitón Manzanas, conocidísimo en todo Euskadi por su persecución implacable contra los antifranquistas vascos, identificaron como presunto autor de los disparos a otro militante de ETA, llamado Tomás Trifol, que se encontraba por entonces en el exilio. Sin embargo, tras la detención de Izko y la intervención del inspector Sainz, actual subdirector general de Seguridad, los familiares del policía muerto señalaron a Izko de entre cuatro presos del penal de El Puerto de Santa María, presentados para la prueba de identificación. Durante el proceso, Xabier Izko negó en todo momento haber sido el autor de la muerte del señor Manzanas.
Dos días después del atentado era decretado el estado de excepción en la provincia de Guipúzcoa y reinstaurado el decreto-ley de bandidaje y terrorismo. En el plazo de dos semanas, unas seiscientas personas serían detenidas o deportadas sobre la base de tener ficha policial.
Izko, que en la actualidad trabaja de leñador y milita en ElA, considera que fue «elegido como culpable» por su fama de activista, tras ocho años de mitar en ETA. Y, concretamente, en la rama de «acciones especiales». Pero niega haber participado «en lo de Manzanas. porque, en fin, para este tipo de cosas no se suele emplear a tíos con el tobillo roto».
