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Los países no alineados se reúnen hoy en Belgrado bajo el signo de la división

Simultáneamente a la conferencia de «países pobres» en Bruselas, el grupo de países no alineados inician hoy una nueva conferencia en Belgrado, de cinco días de duración. Los temas de ambas asambleas son similares, aunque la iniciativa parte de diferentes posiciones en ambos casos. En Belgrado no se trata de «vender» una mercancía elaborada por los grandes países industriales, sino de fijar una estrategia válida para las naciones menos prósperas de la tierra que, además, mantienen como posición política la del neutralismo respecto de los bloques.

El momento es tan confuso, a efectos de mantener la conexión dentro del mundo de los no alineados, que el diario yugoslavo de gran tirada Vecernje-Novosti ha dicho en un comentario que «ha llegado inevitablemente la hora de la verdad ».

Muchos de los 86 miembros de esta alianza figuran también entre los 77 países más pobres de la Tierra, de los que 53 están presentes ahora en Bruselas para escuchar las ofertas de la CEE en materia de desarrollo, una oferta que, desde luego, lleva sus condicionamientos.

Estos condicionamientos y el atractivo que puedan representar las ofertas de los grandes del mundo occidental parecen ser los factores que ensombrecen la conferencia de Belgrado, en la que deberán perfilarse aún más que en Colombo, hace dos años, las directrices orientadas a ayudar a los no alineados a liberarse de la promesa sin claudicaciones ante las grandes o medianas potencias del Este y del Oeste.

El periódico yugoslavo citado señala que en la alianza neutralista «existen problemas dentro de las propias filas y amenazas exteriores», aunque añade que no puede hablarse de una crisis interior de la organización.

Occidente, y especialmente la RFA, se propone plasmar el acuerdo de Lome y a la nómina de países que lo han aceptado de un carácter asociativo que convierta al Tercer Mundo en receptor de una ayuda de signo capitalista en base a lo acordado en la cumbre de Bonn. Los grandes países de Occidente imponen como condición a los países candidatos a una ayuda que garanticen a los inversores occidentales un «clima saludable» para sus capitales: aquí cabe desde la estabilidad política a cualquier precio hasta un régimen de salarios «interesante» para las grandes compañías.

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El pesimismo de los no alineados se reflejará, sin duda, en un comunicado al final de la conferencia de Belgrado, en términos bien distintos al triunfal de la conferencia de Colombo, en el que se constaba «la creciente Influencia» de los países neutrales, la «consolidación de la unidad» y la «creciente cooperación mutua».

Desde entonces, el abandono de los países petrolíferos, convertidos en nuevos ricos, que cooperan estrechamente con los grandes en su expansión por el Tercer Mundo, ha dificultado el mantenimiento armónico del grupo de los no alineados.

De dos años a esta parte, miembros de esta organización se encuentran en guerra con otros que figuran en la misma, movidos por intereses extraños a ellos mismos: tal es el caso del conflicto entre Vietnam y Camboya, de Somalia y Etiopía, de Argelia y Marruecos y Mauritania, de Angola y Zaire, de los dos Yemen.

La intervención extranjera en Africa y el final inoperante de la cumbre de Jartum son también factores que incidirán depresivamente en la reunión de Belgrado.

El presidente Tito, animador del movimiento neutralista, deberá hacer frente al problema de una continuidad de su idea. Para dificultar aún más la situación de la alianza, mientras no se diga lo contrario, la próxima cumbre deberá celebrarse en La Habana, en 1979, opción que no cuenta con el respaldo de los países africanos menos progresivos, que han condenado taxativamente en Jartum la presencia de soldados cubanos en el continente negro.

El presidente Tito, 86 años, único fundador en vida del movimiento, ha trabajado intensivamente para contrarrestar lo que Yugoslavia considera un intento de Cuba de que los grupos «progresistas» y moderados dominen el movimiento, dependiendo los primeros de Moscú.

Según diplomáticos de la conferencia, una declaración de 77 páginas redactada por los ministros de Exteriores, de la que Yugoslavia es básicamente responsable, expone este intento.

Al tiempo que condena el imperialismo y colonialismo, sinónimos de los países occidentales, el texto de la declaración hace también varias veces alusión a la «hegemonía», referencia a los intentos de dominación por parte de la Unión Soviética.

« La interferencia en los asuntos internos se está convirtiendo en una de las principales formas de ataque contra el movimiento de no alineación y la unidad de los países no alineados», señala la declaración.

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