Rufus Jackson
ciudadano norteamericano de treinta años, ha sufrido una serie de desgracias, como quedarse sin trabajo y la disolución de su familia, por haber perdido cien kilos de peso. Su jefe le conminó a que rebajara sus 175 kilos bajo la amenaza de echarle del empleo. Tras varias intervenciones quirúrgicas, para lograr descender de peso, debilitado y arruinado, perdió incluso a su mujer, de la que se separó por incompatibilidad de peso, y a sus hijos.
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