Giscard termina su visita oficial a Lisboa con amplios acuerdos financieros
El presidente francés, Giscard d'Estaing, terminó ayer una visita oficial de tres días a Portugal, en Frocada, bajo el signo de la mejoría de las relaciones bilaterales.De los grandes temas anunciados y que habían sido objeto de tantas controversias en la prensa francesa y portuguesa -Africa y CEE- no se ha dicho, al menos en público, nada nuevo.
Los dirigentes franceses y portugueses han vuelto a hablar de la amistad histórica entre los dos países, de su destino universal, de su largo pasado en Africa, y Giscard ha reiterado el apoyo de principio de Francia al ingreso de Portugal en la CEE.
Claro que siguen existiendo algunas dificultades técnicas, pero como el presidente Eanes afirmó, en respuesta, que Portugal era consciente del precio a pagar para su integración, no hay por allí motivos de grandes polémicas.
El aspecto más resaltable de la visita han sido los acuerdos técnicos y comerciales realizados o negociados, al margen de las pompas protocolares, por los miembros del Gobierno francés, que acompañaron a Giscard d'Estaing.
Los ministros del Interior han firmado un acuerdo de cooperación en materia de reforma administrativa que se habría preparado durante varios viajes de Jaime Gama a París.
Los dos ministros de Industria, André Giraud y Carlos Melancia, han tenido importantes reuniones de trabajo para examinar una serie de proyectos de cooperación existentes entre los dos países. El más importante es el «llamado proyecto Renault», que prevé la instalación, en los próximos cinco años, de unas cinco fábricas de la Regie francesa.
Portugal, que no tiene aún televisión en color, no acaba de escoger entre Pal y el Secam, a pesar de las fuertes presiones ejercidas por Alemania Federal y del ejemplo español.
Sobre el plano financiero, Giscard debe anunciar al despedirse la concretización de la participación francesa al famoso «gran préstamo» multinacional. La contribución francesa es una de las más pequeñas, tan sólo diez millones de dólares. Pero París está dispuesto a un «gesto» de especial amistad, concediendo un préstamo «extra» de cien millones de dólares. Esta actitud es muy significativa de la voluntad francesa de mostrarse autónoma, aun en este dominio de los acuerdos decididos unilateralmente.
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