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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Pasado y presente de los no alineados

Profesor de Relaciones Internacionales de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid

La semana próxima se reúne en Belgrado el comité de ministros de Asuntos Exteriores de los países no alineados. El objetivo de este encuentro, tras la reunión de la OUA en Jartum, es doble: de un lado, debatir los temas y conflictos que más directamente les atañen y, del otro, continuar la preparación de la conferencia cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, prevista para el año 1979 en La Habana. Esta cumbre cubana hará la quinta de las hasta ahora celebradas: Belgrado (1961), El Cairo (1964), Lusaka (1970), Argel (1973) y Colombo (1976). Es, por tanto, un sistema de conferencias que cuenta con una cierta antigüedad y que, con mayores o menores dificultades, ha tratado de mantener y de actualizar el espíritu y la filosofía que animan al Tercer Mundo desde el encuentro histórico de Bandung (1955), aquel, como fue llamado, «despertar de los pueblos colonizados». Su ritmo de crecimiento, con evidencia histórica, ha sido acelerado; ya que si en Belgrado eran 25 los países que asistieron en calidad de miembros, en la reunión de Colombo (1976) su número ascendía a 82, así como algunos otros en calidad de observadores, entre ellos cuatro países europeos: Austria, Finlandia, Suecia y Suiza.

Hasta aquí, los números; los cuales, con su gigantismo, han ido multiplicando los problemas, no sólo los exteriores, sino también los internos; ya en la Conferencia de Argel (1973) tuvo lugar un vivo enfrentamiento entre Fidel Castro y Gaddafi. Aparte de lo que de anecdótico pudiera tener el suceso, apuntaba a una importantísima cuestión subyacente: la calidad misma de país no alineado. Ciertamente, las condiciones no son las del decenio de los años cincuenta, en donde, lógicamente, primaba el tema de la descolonización. En la actualidad, lo que realmente se plantea es la viabilidad de un neutralismo activo o positivo, como hace años se decía, y su compatibilidad con la elección de un modo concreto de desarrollo: capitalista o socialista. Hoy, por otra parte, ya están lejanos los tiempos en los que, con mentalidad mística, se entendía que cualquier país, por el mero hecho de su subdesarrollo, ya era progresista. Hoy día, la divisoria entre Estados progresistas y Estados reaccionarios pasa por el corazón mismo del Tercer Mundo.

Sin embargo, estos problemas no empequeñecen la tarea realizada por los no alineados y la que todavía queda pendiente y que afecta directamente a su futuro. Y, muy principalmente, el panorama que se ofrece ante el continente africano, abocado, si no se le pone remedio, a un neocolonialismo aún más virulento que el ya sufrido.

Las conferencias de los no alineados, en sus distintos encuentros, han estudiado de forma muy positiva, entre otros temas, los siguientes: desarme, democratización de las relaciones internacionales, nuevo orden económico internacional, apartheid y, muy especialmente, imperialismo. No cabe duda alguna que, sin resolver el tema crucial del cono sur africano, así como la función de gendarmes intermediarios adoptada por algunos Gobiernos africanos, buenos vasallos de sus antiguas o nuevas metrópolis, la existencia y el reforzamiento, así como la clarificación del movimiento de los no alineados continúa siendo de vital importancia para todo el Tercer Mundo.

Este elenco de problemas deberá ser abordado por el comité de ministros de Asuntos Exteriores en su reunión de Belgrado. Más otro adicional. Nadie ignora el papel desempeñado por la Revolución Cubana en el Tercer Mundo, así como tampoco su crédito entre los movimientos de liberación, tras su intervención decisiva en Angola. Estas actitudes pueden aparecer ante los ojos de algunos no alineados como una ruptura del ya lejano e imposible neutralismo. La postura militante cubana hace que algunos Gobiernos tercermundistas, actuando por comisión norteamericana, tengan un manifiesto temor a una cumbre en La Habana; y, quizá aún más, a que en los tres años próximos, entre 1979 y 1982, como es regla establecida, el país anfitrión de la anterior cumbre ocupe la presidencia del buró político del movimiento.

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