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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La barbaridad del COU

El próximo curso escolar promete una acumulación extraordinaria de problemas. Me fijaré en uno que afecta a cientos de miles de españoles e indirectamente a toda la pirámide de la enseñanza. Me refiero a la aplicación de la ley General de Educación, por la que se alarga un año más la duración del último curso de bachillerato, el llamado con tamaña impropiedad Curso de Orientación Universitaria. Esto va a afectar el curso que viene a una población escolar extraordinariamente nutrida, por dos razones: 1) porque 17 años atrás nacieron muchos españoles; y 2) porque han estudiado más y suspendido menos que todas las anteriores promociones. Esto quiere decir que los centros de bachillerato van a estar en octubre a rebosar, con falta de aulas y de profesores. en tanto que en los primeros cursos de los centros universitarios sobrarán aulas y profesores. Difícil me parece el lógico traspaso de uno a otro escalón administrativo.Lo más grave. con serio, no es esto, lo preocupante es el plan que se nos anuncia (a estas alturas. con escaso tiempo para enmiendas y adaptaciones) de materias que tendrán que dar los estudiantes-cobaya del COU (BOE del 17 marzo 1978). Estas son: idiomas modernos, lengua castellana e historia de la filosofía. como obligatorias. y unas cuantas asignaturas más, como Optativas. Me parece corto y manco tal plan. A mi modo de ver, un curso de preparación para los estudios universitarios supone conocer bien estos cinco «lenguajes»: 1) un idioma extranjero de amplia difusión; 2) el castellano como lengua de comunicación entre españoles y latinoamericanos, 3) el lenguaje lógico- filosófico; 4) el lenguaje matemático común a todas las ciencias, y 5) el lenguaje de las ciencias sociales común a las humanidades modernas. Incomprensiblemente, en el plan indicado figuran las matemáticas entre las materias comunes, y las ciencias sociales ni siquiera aparecen entre las optativas. Me adelanto a constatar un hecho y una predicción derivados de mi parcial experiencia de profesor que he sido de miles de alumnos de 1.º de Económicas. El hecho es que el nivel de instrucción con el que llegan a la Universidad está siendo muy bajo y cada vez más bajo. La predicción es que con este plan del el nivel descenderá a ras del suelo. Quiero decir que, en todo su literal sentido, el nuevo plan del COU me parece una barbaridad. Ignoro quiénes han sido los asesores pedagógicos de tal disparate.

Además de insistir bien en los cinco «lenguajes» troncales que acabo de sugerir, un curso de preparación para la Universidad (al que tendrían que acceder también los «mayores de 25 años» que ingresan en ella sin tener el título de bchiller) habría de incluir, como materias optativas, una serie de asignaturas-bisagra, que sirven para distintas materias y aun carreras. Pienso en geografía humana. psicología social, bioquímica, ecología. Todo ello conduce a un tipo de formación básica que antaño se buscaba en la indagación del mundo clásico (y de ahí la centralidad del griego-latín) y que hoy se trata de rellenar con el conocimiento del mundo contemporáneo. Por eso, además de las asignaturas propiamente dichas, el COU debería dar lugar a varios grupos de trabajo sobre cuestiones de interés actual, pongo por caso: crisis energética, cristianismo y marxismo. inflación y paro, movimientos políticos, imperialismo y dependencia, medios de comunicación, teorías sobre el origen del universo, manipulación genética y mil más, naturalmente en función de los profesores de que se disponga, nunca un plan para todos los centros por igual. En los sitios donde haya centros universitarios no veo porqué algunos de esos grupos de trabajo no se pueden organizar en ellos con profesores universitarios, cuya nómina va a ser abundosa el año que viene.

Un dato que comprobamos todos los profesores universitarios con alarma es la escasa familiaridad con la letra impresa que revelan las nuevas promociones adolescentes. Le asalta a uno la pesadilla de una humanidad otra vez sin libros en la que su historia futura será como otra prehistoria. Hay que hacer todo lo posible por literaturizar al estudiantado juvenil, en el que domina una facilona cultura audiovisual. Se me ocurre que el COU puede ser una excelente ocasión para acostumbrar a los jóvenes a la lectura cotidiana del periódico, el uso continuo de las bibliotecas y la consulta de obras de referencia. No se tendría que pasar a la Universidad sin dominar los cinco «lenguajes» antes indicados y sin una acostumbrada soltura en el uso del diverso material impreso, que facilita después la normal comunicación científica y humana. No estoy proponiendo la vuelta a las absurdas selectividades. Sí quiero subrayar que los estudiantes que a sí mismos no se seleccinen de una manera aproximada a la que propongo, al término de su carrera no van a encontrar trabajo. El asunto es, pues, de extrema gravedad.

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