Un Bellocchio menor
El que haya realizado filmes contra la familia (Los puños en los bolsillos), contra la escuela (En el nombre del padre), contra el manicomio (Locos de desatar) y ahora, contra el Ejército y el ser vicio militar, dice bastante de la confianza de Marco Bellocchio en la influencia del cine sobre la sociedad, en su capacidad de cambiar -o ayudar a cambiarla realidad.En sus filmes más personales e lado obviamente crítico se diluye en un nervioso sentido de la narración y en una acentuada tendencia al histerismo y al delirio. Sólo en un filme colectivo y convencionalmente documental como Locos de desatar, la protesta de Bellocchio se hace legible al escapar de sus habituales imágenes ampulosamente agresivas y de su ritmo rebuscadamente neurótico. Con todo, su trabajo más convincente y apasionante continúa siendo Los puños en los bolsillos, esa ópera prima visceral, personal hasta la médula, que reveló al mundo entero al más fugaz de los enfants terribles.
Marcia trionfale
Dirección: Marco Bellocchio Guión: Marco Bellocchio y Sergio Bazzini Fotografía: Franco di Giacomo Música: Nicola Piovan¡ Intérpretes: Franco Nero, Miou-Miou, Michele Pácido y Patrick Dewaere Italo-franco-alemana. 1975 Locales de estreno: Pompeya y Bahía
Marcha triunfal es, ante todo, un filme valiente. El molesto calificativo de útil tampoco le iría mal. Los deslumbrados por el anémico resplandor de nuestra incipiente democracia y su insuficiente libertad de expresión pueden hallar en ella el ejemplo mismo del filme que aquí no se puede hacer. Bellocchio se pronuncia -¡y cómo!- sobre un tema que nuestros partidos políticos dichos progresistas no osan tocar: el servicio militar, y hace de él el marco de su historia. Una historia que brilla cuando describe las tribulaciones del recluta Paolo Passeri y su rechazo a integrarse en un ambiente donde la violencia, la injusticia, la humillación, la represión y la vileza son el pan de cada día, pero que naufraga en el capítulo de las relaciones de Paolo con el capitán Asciutto, donde un sicologismo farragoso y demodé relega a un segundo plano la pintura ambiental y el panfleto exaltado. Bellocchio se imita y supera a sí mismo en cuanto a histeria se refiere, se desmadra hasta extremos inconcebibles e innecesarios, aunque su desmadre tiene una categoría de la que carecen los de una Liliana Cavan¡ o un Ken Russell.
La sorpresa de Marcha triunfal -y su mayor atractivo- es Miou-Miou, personalidad original que ya habíamos descubierto en Les valseuses y Jonás, y que en Marcha triunfal se revela capacitada para empresas dramáticas más complejas que encarnar a una peluquera frígida o a una cajera progre. Franco Nero da más de lo que se podía esperar de él, Patrick Dewaere repite -en peor- el personaje que ya hacía en la excelente La meilleure facon de marcher, de Claude Miller, y Michele Plácido sólo consigue ser un héroe (?) de Bellocchio por su aspecto físico.
Babelia
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