Oír con el grifo abierto
La duda de Robert Anderson no se refiere a un problema de sus personajes; se refiere, sin duda alguna, a su propia voz teatral. Es la duda natural de todos los autores. Pero es, también, la duda extraordinaria del hombre que escribió Té y simpatía, hace ya un cuarto de siglo, y se interroga, indirectamente, sobre la receptividad que puede esperar a su breve tetralogía sobre algunos aspectos de la vida moderna. Estos aspectos son contemplados con afecto, burla, cierto asombro, algún reaccionarismo y una paternal sonrisa.Es poco para un autor de quien se esperó, en la gran época del costumbrismo norteamericano, una evolución rigurosa y realista de cierta entidad. A cambio de su renuncia, Anderson cambia el paso y trata, con ligereza y buen humor, cuatro temas del día: el desnudo de los actores; el aburrimiento sexual de la pareja; la liberación del sexo en las generaciones jóvenes, y la imagen de la ancianidad como una cristalización de ternuras. Cuatro temas conectados con el sexo y la edad. Cuatro radiografías suaves de la nueva óptica. Cuatro pequeños ensayos que van desde la inicial sonrisa al pequeño drama que esboza la crisis de la relación entre generaciones.
¿Cómo quieres que te escuche con el grifo abierto?, de Robert Anderson
Adaptador: Julio Kaufmann. Director: Víctor Andrés Catena. Decorado: Kaufmann. Intérpretes: Queta Claver, Ana Marzoa, Angel Picazo, Francisco Lahoz y Guillermo Gentile.Teatro de la Comedia.
Este tipo de teatro requiere grandes finuras en la interpretación y en la dirección. Un hombre de talante modesto y temperamento trabajador, Víctor Andrés Catena, está reimponiendo entre nosotros estos cuidados en los ritmos, la clarificación de los personajes, la geometría escénica prudente y el templado y matizado coloquialismo que obras de este género exigen. No es fácil. Y menos fácil aún es la interpretación. Guillermo Gentile «se pasa» y se comprende. Su circense número es una tentación para actor de tan buenos mimbres. Ana Marzoa es un encanto de humor y precisión. Queta Claver y Angel Picazo, son los profesionales rigurosos que no abandonan el servicio de ningún matiz. La versatilidad de Queta Claver la permite pasar de la comicidad directa al recogimiento y la transparencia de los momentos dramáticos. Y esa excelente voz de Picazo, modula una y otra vez tonos olvidados, de alcance técnico difícil y de ejecución sin mácula.
Nada es aquí transcendente. Ni siquiera importante. Pero estos ejercicios son los que mantienen abierta la vía de la comedia y el ejercicio de una actividad profesional que no puede cumplirse sin una singular inteligencia. Un espectáculo a ver. Que ya es decir, en esta siniestra temporada.
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