Gran Bretaña, dispuesta a colaborar con la industria aeronáutica de EEUU
Gran Bretaña puede decidir oficiosamente este fin de semana su cooperación hasta finales de siglo con la industria aeronáutica norteamericana. El primer ministro viaja hoy a Washington para entrevistarse con los dirigentes de las compañías Boeing y MacDonnell, que han ofrecido recientemente a la industria británica una sustancial participación en sus nuevos proyectos de aviones comerciales.
El señor Callaghan verá más adelante al canciller alemán y al presidente francés, que encabezan las presiones sobre el Gobierno británico para que este país se decida a colaborar con los europeos en la fabricación del Airbus 300. Bonn ha hecho saber específicamente a Londres que su vuelco del lado norteamericano puede comprometer irremisiblemente el futuro de la industria aeroespacial de la CEE.
El alcance de la opción norteamericana (volumen económico y puestos de trabajo) ha convertido en un tema político de primera magnitud para el Gobierno británico su decisión. El presidente de McDonnell-Douglas ofreció recientemente a los ingleses un tercio de participación en la fabricación del nuevo avión de pasajeros de la firma, de alcance medio, que responde a las siglas ATMR, y la posibilidad de que Rolls Royce construyese sus motores. Por su parte, Boeing está dispuesta a compartir con British Aerospace la producción de su modelo 757 y a firmar con Rolls Royce un contrato para el desarrollo de una versión mejorada de sus motores RB-211, que equipararían la aeronave.
Renovación de la flota con aparatos norteamericanos
Asociada a este tema figura la decisión gubernamental de permitir o no a la compañía aérea nacional, British Airways, la renovación de su flota con aparatos Boeing, en vez de con modelos producidos por la industria británica, como el Bac Oneeleven. British Airways se ha inclinado por las aeronaves norteamericanas, y sólo una decisión política puede alterar su elección. El Gobierno soporta ahora mismo las intensas presiones de Rolls Royce y de la junta de empresas nacionalizadas para dar «luz verde» a las ofertas norteamericanas. El grupo de presión pro europeo es menos poderoso, aunque maneja argumentos políticos más delicados.El meollo de la cuestión reside en que el mercado aeronáutico mundial absorberá durante los próximos diez años 3.000 aviones, valorados en 40.000 millones de libras, y que la mayoría de esos aparatos serán fabricados en Estados Unidos. Para la indultria británica, pues, su asociación con los gigantes norteamericanos supone una garantía de desarrollo tecnológico, unos ingresos saneados y una póliza contra el paro en el sector, todo a la vez.
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