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Psiquiatría y psicoterapia analítica

Con el nombre genérico de psicoterapia analítica se designan todos los métodos terapéuticos derivados del psicoanálisis, incluyendo a la cura psicoanalítica típica instituida por Freud y que sigue siendo el modelo básico de¡ que se originan los otros. De hecho, se suele diferenciar conceptualmente el término psicoanálisis en dos sentidos: como esquema científico de comprensión de la vida psíquica y como método de tratamiento de los trastornos de la misma. Esta distinción, que es en el fondo bastante relativa, tiene, sin embargo, una vigencia práctica grande, particularmente dentro del dominio de la psiquiatría.En efecto, el psicoanálisis utilizado teóricamente como instrumento de comprensión de los fenómenos que se producen en la enfermedad mental está generalmente incluido en mayor o menor grado en las conceptualizaciones globales psiquiátricas explicativas y comprensivas de los trastornos psíquicos. Se puede decir que la psiquiatría moderna está influida en proporciones más o menos iguales por dos corrientes del pensamiento humano: la socióloga y la psicoanalítica, pese a la persistencia de algunos esquemas referenciales arcaicos de tipo organicista, hereditario o constitucionalista. Así, pues, se tiende actualmente a situar la causalidad y el desencadenamiento de las enfermedades mentales tanto a nivel de las relaciones entre individuos y grupos sociales como de los vínculos afectivos conscientes e inconscientes intrafamiliares e intrapersonales. Nadie niega, por ello, la existencia de factores biológicos heredado en algunas enfermedades, pero en la inmensa mayoría no se ha de mostrado su existencia con los estudios genéticos y estos factores serían en todo caso inespecíficos.

Este planteamiento etio-patogénico implicaría, dentro de una lógica médica -a la que, pese a todo, se refiere la psiquiatría-, la utilización masiva en el plano terapéutico de elementos psicosociales y psicoanalíticos, lo que no es realmente el caso, al menos en lo que concierne al psicoanálisis, con algunas excepciones en determinados países. En la mayoría de ellos, y particularmente en el nuestro, las técnicas psicoanalíticas están insuficientemente aplicadas en la práctica psiquiátrica. Si se pregunta a algunos psiquiatras por las razones de esto, hay ciertas probabilidades de que den una respuesta del tipo siguiente: «El psicoanálisis sirve para comprender las enfermedades mentales, pero no para tratarlas. Se trata de un método demasiado largo y dema siado costoso. Y sólo es aplicable a pacientes inteligentes y no muy perturbados y que, además, sean ricos para poder pagárselo. »

Estas afirmaciones contienen una parte de verdad y una parte de confusión. En efecto, la técnica psicoanalítica clásica no es universalmente aplicable, y ello porrazones que provienen tanto de los distintos diagnósticos o estructuras psíquicas de los pacientes como de factores externos temporales y económicos. Pero la confusión consiste a menudo en creer que la técnica psicoanalítica pura es la única aplicación posible de los conceptos psicoanalíticos al tratamiento de los trastornos psíquicos.

Aplicaciones psiquiátricas

El viejo maestro de la psiquiatria y psicoterapia suizas, el profesor Pierre-Bernard Schneider, expresa en estas mismas páginas su sentimiento de que en un futuro próximo la cura tipo psicoanalítica estará reservada a aquellos profesionales, que vayan a ser psicoterapeutas y que serán las técnicas psicoterápicas derivadas del psicoanálisis las que se extenderán por los campos de la psiquiatría y la medicina en general. Nosotros añadiríamos que la técnica psicoanalítica clásica se mantendrá como método por excelencia de investigación del funcionamiento psíquico normal y patológico y como modelo fundamental del que se originará -como ya se han originado- una serie de métodos psicoterápicos aplicables a los distintos trastornos psíquicos y psicosomáticos.

Hay un enriquecimiento bidireccional, en el sentido de que con la aplicación de psicoterapias a determinadas estructuras de funcionamiento de la personalidad se ha llegado a ampliar el campo de las indicaciones de las curas psicoanalíticas.

Nos referimos, concretamente, a todas las formas de psicoterapia analítica o de inspiración psicoanalítica, tales como la psicoterapia breve, que permite resolver, en determinados pacientes neuróticos, conflictos intrapsíquicos focalizados en un tiempo relativamente corto, como la psicoterapia de grupo, que posibilita el tratamiento de varios pacientes al mismo tiempo; como la psicoterapia analítica de familia, en la que se unen el factor anterior con una acción preventiva sobre la descendencia; como el psicodrama analítico con adolescentes u otros pacientes con dificultades de expresión verbal, o como las psicoterapias adaptadas a enfermos niños, psicóticos y psicosomáticos.

Nos referimos también a la llamada psicoterapia institucional que, cuando es auténtica y comporta una responsabilidad real, supone la introducción en una institución psiquiátrica de un espíritu terapéutico psicoanalítico que permite estudiar las relaciones conscientes e inconscientes entre los pacientes internados, así como entre éstos y el personal terapéutico, con una posible resolución de los trastornos de los primeros y un enriquecimiento profesional y humano de los segundos. Nos referimos, en definitiva, a la inclusión en la asistencia psiquiátrica pública de una dimensión relacional afectiva entre enfermos y terapeutas que se separan tanto de la actuación deshumanizante de la psiquiatría clásica (cuya reactualización parece situarse ahora en ciertas escuelas conductistas rígidas), como del confuso mesianismo de, algunos antipsiquiatras del tipo Cooper, y que deshaga al mismo tiempo la imagen hasta cierto punto real del psicoanálisis, como privilegio de una reducida minoría social.

Psicoterapia y poderes públicos

Es evidente que para la consecución de estos fines se necesita una triple colaboración entre psiquiatras, psicoanalistas y poderes públicos, colaboración que sólo ha dado hasta ahora plenos frutos en algunos paists en los que resulta inevitable el citar como ejemplo a ciertos cantones suizos y al distrito trece de París, entre otros lugares. En España estamos todavía en los comienzos, ya que si bien es cierto que en algún servicio psiquiátrico público de Madrid y Barcelona existen profesionales que desde una doble identidad psiquiátrica y psicoanalítica intentanaplicar una línea semejante a la que acabamos de trazar, también es verdad que la existencia psicótica del país presenta todavía unas características anacrónicas, y en las que no se tienen suficientemente en cuenta las posibilidades terapéuticas que ofrece la aplicación de las técnicas psicoterápicas unidas -naturalmente- a las derivadas de los indiscutibles avances psicofarmacológicos y a las importantes aportaciones de la psiquiatría social.

En cambio, la aplicación de otros métodos defendidos con etiqueta de eficacia, rapidez y operatividad no nos parece justificada, porque lleva en la mayoría de los casos a una pseudoadaptación e impide la potenciación y el desarrollo de las capacidades evolutivas de la persona humana.

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