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XXXI FESTIVAL DE CINE DE CANNES

El terrorismo, Ferreri y Billy Wilder

Ángel S. Harguindey

ENVIADO ESPECIAL, No sé si ustedes recordarán Ese oscuro objeto del deseo, de Luis Buñuel. En la película, el terrorismo, los atentados y demás manifestaciones fanáticas tenían una presencia prácticamente cotidiana en las calles de las diversas ciudades en las que transcurría la acción. Pues bien, Cannes, en su edición de 1978 es, sin duda, una de las ciudades descritas por Buñuel.

Hace cuatro días la policía, advertida, al parecer, por el terrorista en cuestión, y sin que el público que abarrotaba la sala del Grand Palais se enterara, descubrió una bomba de cierta importancia. Fue enterrada en la arena de la Croisette y activada con precaución. Los que nos encontrábamos dentro del cine contemplando la película de Mazursky, An unmarried woman, escuchamos el ruido, pero sólo horas después, o días después -depende de la capacidad de abstracción de cada uno de los presentes-, pudimos enterarnos de que el ruido se debía a la explosión de medio kilo de goma 2.

Nadie reivindicó el atentado y, desde entonces, a unas horas u otras, siempre existe una amenaza de bomba en alguna de las proyecciones o en alguno de los cocteles a los que tan dados son las gentes del cine. La policía está presente con un inhabitual número de agentes, pero el público comienza a aceptar la posibilidad de salir volando por los aires en cualquier momento, en cualquier lugar y sin tener una idea excesivamente clara del por qué de todo ello. Al parecer, el terrorismo está consiguiendo su máxima sofisticación: lo que importa es el acto en sí y no su significado político. La bomba en una de las escasísimas aplicaciones de ese concepto del mundo que pudo haber comenzado un día del siglo XIX en la mente de algún nihilista desesperado y que alcanzó su esplendor cuantitativo en las apasionadas masas fascistas o nazis, sin olvidarse de los Vietnam que en el mundo han existido.

Una nueva Edad Media

Marco Ferreri y su Chia maschio, proyectada en la sección competitiva del certamen, entronca de alguna manera con lo anteriormente expuesto y no tanto porque su autor reflexione sobre el terrorismo como por el convencimiento de que nos encontramos a las puertas de un imprevisible cambio social cualitativo.Para Ferreri está claro que nos encontramos ante una especie de nueva Edad Media o, dicho con otras palabras, la civilización de consumo y opulencia es similar a los estertores del imperio romano. Para profundizar en estos conceptos utiliza una gama de personajes límite en los que un pequeño chimpancé servirá de centro y eje de la acción o de chispa que puede incendiar la pradera, según la terminología metafórica preferida por el lector.

Un Nueva York casi de ciencia ficción, deshabitado, sin tráfico por obra y gracia de las brigadas antiratas que desinfectan la ciudad, un Gerard Depardieu mezcla de niño y adulto que renuncia a hablar en los momentos más comprometidos, limitándose a tocar un silbato, un grupo de actrices feministas que deciden violarlo, un museo de cera dedicado exclusivamente al imperio romano y un Marcello Mastrolanni que cultiva un absurdo huerto diminuto en medio del asfalto y que ante la imposibilidad de subsistir con la dignidad de un romántico decide suicidarse conforman esta reflexión sobre el futuro desconocido. Ferreri continúa, pues, en su peculiar y particularísima línea, con una utilización exhaustiva del plano-secuencia, un cierto sentido dramático y apocalíptico de la puesta en escena y, sin duda, unas considerables ganas de pensar sobre su tiempo y los individuos que lo definen. En suma, una película interesante, limpia y personal.

Homenaje a Billy Wilder

Desde el pasado jueves, la dirección del festival programa el gran homenaje que en la edición de este año se centra sobre una de las figuras más importantes y brillantes de la historia del cine: Billy Wilder, cuya última película, Fedora, de producción europea, clausurará el certamen. Ocho películas -desde Sunset Boulevard, de 1950, a A vanti, de 1973que permitirán, sin duda, una aproximación importante al realizador de Un, dos, tres, o La vida privada de Sherlock Holmes, entre otras, y que cerrarán esta edición.Antes se habrán proyectado la película de Asliby, Coming home, y la de Carlos Saura, Los ojos vendados, entre las más importantes. Antes, también, se habrá realizado una asamblea informativa sobre el asunto. de Els Joglars, con la proyección de un filme sobre La torna, obra que produjo la ya larga historia sobre la libertad de expresión y, al menos eso esperamos los más escépticos, no habrá llegado a explosionar ninguna de las bombas anunciadas o colocadas en los puntos de más confluencia de la bella ciudad mediterránea.

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