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Contra los horrores de la guerra

El 1 de mayo de 1937, cinco días después del bombardeo de Guernica, empieza Pablo Picasso a pintar el gran mural que constituirá una acusación pública terrible contra los horrores de la guerra. La obra le fue encargada a finales de 1936 para decorar el pabellón español de la Exposición Internacional de París, que debía inaugurarse el 12 de julio de 1937. El lienzo, de 3,50 metros por 7,82 metros, pintado en blanco, negro y gris, quedó terminado a finales de junio. Completó la decoración del pabellón, junto a obras de Calder, Miró y Gargallo.Al finalizar la exposición, el mural pasó a pertecer al Gobierno de la República, que había encargado obra a través de Josep Renau y abonado por medio de Max Aub. Ante la inminencia de la segunda guerra mundial se decidió, con el consentimiento del pintor, que Alfred Barr, director del museo de Arte Moderno de Nueva York, recibiera en depósito la obra mientras durase el conflicto. Antes de llegar al museo fue expuesto en Londres y en nueve ciudades de Estados Unidos. Al observarse algunos deterioros en el mural, Picasso decidió que la obra permaneciera en Nueva York hasta que se le designara un lugar definitivo.

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Según el abogado de la familia Picasso, Ronal Dumas, el Guernica ,y sus bocetos pertenecen a la República española, pero su transferencia a España sólo podía contemplarse tras el completo restablecimiento de las libertades individuales en este país. El documento Dumas no se refiere nunca a la supuesta condición de una España republicana. Pero el director del museo de Nueva York argumenta, para demorar la devolución, que no es bastante con la conquista de la democracia, sino que también hay que consolidarla. El argumento está reforzado por los 150 millones de pesetas anuales que proporciona el Guernica al museo de Nueva York.

Las gestiones diplomáticas para la recuperación del mural las inició el ministro José Luis Villar Palasí, por deseo de Franco.

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