Miró, un homenaje necesario
España ha conmemorado unánimemente los 85 años de Joan Miró. La presencia en Madrid del gran pintor catalán y la inauguración, hoy mismo, de la gran exposición antológica que ha abierto sus puertas en el Museo de Arte Contemporáneo culminan esta celebración, cuyo significado va mucho más allá de la simple conmemoración artística. Miró no pisaba Madrid desde hace cuarenta años, y esta exposición es una de las más importantes de la historia de este artista universal. Tras las exposiciones antológicas que tuvieron lugar en París y Londres en los años sesenta, y en Nueva York, hace cuatro años, ésta de Madrid viene a culminar al mismo nivel el reconocimiento hacia la obra de uno de los artistas mayores de este siglo. Pero es también el testimonio español completo que faltaba a este reconocimiento: Joan Miró, cuya actitud cívica le ha mantenido en el exilio exterior e interior de su propia patria durante tanto tiempo, ha venido a Madrid a dar testimonio y a que la capital de España le rinda el homenaje nacional que le es debido. Miró ha declarado a EL PAÍS (véanse páginas 26 y 27 de este mismo número) su alegría por esta exposición, por su regreso a Madrid y por el cambio que España está experimentando. «Estoy muy contento de haber aportado mi granito de arena, de hacer saber a los demás que algo ha cambiado en España.» El viejo e infatigable obrero del arte, que prosigue su obra a los 85 años con la vitalidad juvenil de su divina locura, ha sido testigo implacable y sereno de la otra España: barcelonés de nacimiento, mallorquín, parisiense y universal, este artista ejemplar recibe hoy en la capital el testimonio colectivo que honra su magna obra y su radical y honesto testimonio civil de tantos años.
Joan Miró y su esposa almorzaron anteayer con los Reyes de España en el palacio de La Zarzuela. Y ha sido acertadamente el Ministerio de Cultura quien ha propiciado la impresionante exposición que hoy ha comenzado. Tras haber forzado las puertas de la historia del arte universal, este pintor, grabador, escultor y muralista genial viene a ocupar su debido lugar en el nuevo espacio colectivo que se está abriendo paso en su propia patria. Este es el significado histórico y cultural que supone la presencia de Miró en Madrid.
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