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Entrevista:

Hoy, estreno de "Contra la pared", de Bernardo Fernández

Una película rescatada de la ilegalidad

Contra la pared es un caso insólito dentro de la producción cinematográfica española. Realizada en unas condiciones materiales y legales que se podrían calificar de marginadas, intentaba exactamente lo contrario, sacar la cabeza en el asfixiante panorama del cine español de final de los sesenta abrir un nuevo método de producción y realización. El intento fracasó, gracias a la absurda legalidad sindical de entonces. Su director, Bernardo Fernández, se inició cinematográficamente en la antigua Escuela Oficial de Cine (EOC). Realiza entre medias un curso de cine y televisión en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). Contra la pared, su primer y único largometraje, rescatado de la ilegalidad, se presenta esta noche en Cinestudio Griffith. Fernando Trueba conversó con su director.

Pregunta: Pertenece a la misma promoción de Manuel Gutiérrez, J. L. García Sánchez.... ¿Qué papel desempeñó la Escuela Oficial de Cine en vuestra formación cinematográfica?Respuesta: La EOC era eminentemente práctica y positiva, probablemente la mejor del mundo en un cierto sentido; el profesorado era muy malo, ni enseñaba ni pretendía enseñar. A cambio era una escuela con muchos medios y rodábamos mucho, lo que daba una experiencia cinematográfica considerable, con un enfoque muy profesional.

Las prácticas de la escuela no han circulado nunca fuera, pues fueron, secuestradas, incluso ahora no sé en qué situación están. El Ministerio las reclamó y salieron de la escuela. Aquel año, por primera vez, no se hizo proyección pública de lo realizado durante el curso. Hubo unas historias larguísimas de explicar en las que se llegó incluso a hablar de procesamiento de algunos de nosotros.

P.: Al poco tiempo de salir de la EOC es cuando se le plantea realizar Contra la pared, con lo que se adelantó en varios años a sus compañeros de promoción. ¿Cómo surgió la película?

R.: La historia es que apareció un productor totalmente enamorado del cine, Víctor Alcázar, que acababa de llegar a España y había conocido a J. L. García Sánchez. Hablando los tres llegamos a la idea de hacer una cosa muy barata. Durante un tiempo estuvimos dudando si hacerla o no, pues el dinero no llegaba para nada. Con el dinero que teníamos no se podía hacer ni un largometraje.

La idea del guión ya la había tenido en la EOC. Es una historia que me hubiera gustado situarla después de la guerra civil, pero no se pudo hacer por la censura. De todas formas, la época en que está situada no es decisiva. Lo que sí quería situarlo es dentro del bandolerismo a la española, que es un tema que a mí me apasiona.

P.: ¿Hay en la película un análisis sociológico del problema de la delincuencia?

R.: Pienso que las películas no tienen por qué analizar, sino que trato de contar la vida de dos hombres que se ven obligados a vivir fuera de la ley, no de analizar o de generalizar. El cine es contar la vida de las personas. Cuanta menos doctrina haya más cine será.

P.: ¿La carencia de medios limitó temáticamente la película?

R.: No demasiado, aunque hubiera tenido más medios, nunca me hubiera metido a hacer un filme espectáculo. Me hubiera gustado hacer una película de más acción y aquí sí que pesó un presupuesto que apenas llegaba a las 150.000 pesetas de aquella época. Otro aspecto que sí limitó enormemente fue el poco tiempo en que se hizo. Se escribió en dieciocho días y rodó en diecinueve. Este apresuramiento repercutió sobre todo en el guión, que es lo más débil.

P.: ¿Qué problemas legales tuvo la película?

R.: Desde el punto de vista legal, no pensábamos que tuviera grandes problemas, pues habíamos escrito el guión pensando en la censura. Cada vez que tocábamos un aspecto peligroso dábamos marcha atrás, y en este punto sí que se modificó el filme. El problema grave que tuvo parada la película tantos años fue el Sindicato Vertical. La mayor parte de los actores de la película, siendo actores profesionales, porque actor profesional es quien se dedica a ser actor, no tenían carnet sindical. Muchos alumnos de interpretación de la EOC, otros eran actores de teatro sin carnet. Con aquellas cosas tremendas del vertical que para tener un carnet tenías que ser un profesional y para ser un profesional tenías que tener un carnet. Habían creado un círculo vicioso que sólo a costa de muchos años se podía romper. En resumen, al acabar la película el sindicato se negó en redondo a admitirla, y no hubo nada que hacer.

P.: ¿Hubo problemas al pasarla de dieciséis a 35 mm?

R.: No, en eso el Ministerio fue bastante comprensivo; cuando la presentamos se dieron cuenta de que iba a dieciséis milímetros, pero no dijeron nada.

P.: ¿No podría ser la realización en dieciséis milímetros una vía paralela a la producción tradicional?

R.: En general, no, salvo que algún día se permita exhibir en dieciséis milímetros, que se creara un circuito de exhibición para este tipo de películas.

P.: Después de este filme, no te has planteado hacer más cosas. ¿Por qué hay un vacío desde entonces?

R.: Sí, me he planteado cosas, pero no he encontrado un productor. Yo no voy a buscar un productor y los productores no van a buscar a nadie. En mi caso concreto es difícil que haya muchas oportunidades. En el caso de Contra la pared fue una casualidad que saliera, porque prácticamente me lo encontré.

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